Opinión

El dinero no da la felicidad

El potencial económico de equipos como el Salamanca CF UDS no implica el éxito, y menos en categorías como la Segunda División B

EL PRINCIPAL objetivo del ser humano es alcanzar la felicidad. Se llega a ella de muchas formas. En la mayoría, a través de la cartera. En la sociedad contemporánea del capital, el dinero lo compra casi todo. Desde niños: sirve para adquirir dulces, para comprar juguetes, para obtener esa ropa tan bonita que marca las diferencias sociales entre los chavales, para disponer de todo tipo de objetos que conceden otros valores, como popularidad e imagen.

Pero el dinero, además de bienes, permite disponer de servicios: mejores condiciones de vida en muchos aspectos, salud, ocio... Y algo mucho mejor incluso: tiempo.

Hay cosas, sin embargo, que nadie podrá pagar jamás, afortunadamente: los sentimientos no tienen mercado.

En el mundo del deporte también hay transacciones imposibles. Y más en categorías como la que ocupa su equipo, el Pontevedra. En Segunda B el tamaño de la chequera importa. Sí que importa. Pero no es determinante.

Hay decenas de casos de clubes que preparan sus temporadas con la motivación del ascenso y al final acaban cambiando de categoría, sí, para perderla. Eso fue lo que le sucedió al Pontevedra de 2011 o al Racing de Ferrol de 2018.

En bronce la igualdad es tan grande y las dificultades tan diversas que muchos de los que tienen euros por castigo acaban claudicando ante la exigencia del entorno.

Por eso no es tan extraño lo que le acontece al Salamanca CF UDS, club con más de 5.000 socios, que actúa en un campo con aroma a Primera División y tiene 800.000 euros de presupuesto para su primera plantilla. Muchos lo colocaban entre los aspirantes a disputar la promoción. Hasta ahora las cosas no le marchan demasiado bien. Están conociendo un territorio que les era desconocido, el de la Segunda B: ese lugar en el que la felicidad no tiene precio.

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