Opinión

El 'puto' play-off de Luisito

La afición tiene la tendencia de acostumbrarse a lo bueno con facilidad y a no conceder valor a los méritos de su equipo

PARA LUISITO hablar de play-off cuando acaba de concluir la primera vuelta es una aberración. Y la gente no lo entiende. Los aficionados acuden a Pasarón con ilusión desbordante, con las ganas de ver a su equipo ocupar uno de los cuatro puestos que dan derecho a emborracharse masivamente a finales de mayo y quien sabe si en junio también.

Son hinchas a los que la luz de la ambición se les apaga y enciende alternativamente con insospechada facilidad; que gritan pasa cuando un jugador se dispone a chutar desde fuera del área y cantan gol como enajenados dos segundos después, cuando la pelota del que tenía que pasar acaba perforando la red rival; que combinan lágrimas de tristeza y euforia en el mismo encuentro, gritos de reproche e idolatración a un mismo jugador en dos secuencias alternativas. Son incapaces de concebir que Luisito se muestre incómodo o nervioso cuando se le pregunta por la promoción a medio año vista.

Desde fuera todo parece extremadamente sencillo y la exigencia parece poca. Pedir es gratis. Se olvida que el Pontevedra no se encuentra entre las cuatro mejores plantillas de la categoría. Luisito sabe que en Burgos, Ferrol, Tudela o Guijuelo también estaban ilusionados con el play-off, que en Ponferrada era obligatorio ascender y que todos ellos están por debajo de su equipo.

El teense, su cuerpo técnico y sus 21 jugadores, santos beatificables que tienen que aguantarlo a diario, saben de verdad lo que cuesta cada punto y cada triunfo. Por eso son prudentes: como lo es Simeone, que ha hecho cosas increíbles con el Atlético de Madrid. Valoren ustedes los milagros de ese pequeño rabudo llamado Luisito y déjenle experimentar su personal partido a partido, porque algún día dejará de estar en Pasarón y entonces no podrán ni ilusionarse con jugar el play-off.

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