Opinión

El valor de la marca

Al contrario que el Celta, cada vez con menos hombres de la casa, el Pontevedra ha sabido ser competitivo con una base de jugadores gallegos

EL CELTA ha cambiado radicalmente su política de cantera. El filial celeste se distinguía por ser un equipo formado en base a la recogida de los frutos del trabajo formativo en las categorías más tempranas. Ahora es simplemente una fábrica de captación de talentos del exterior de Galicia y de España. Ha dejado de producir virtuosismo y ha pasado a contratarlo, a base de talonario.

Mi compañero Xurxo y yo hacíamos recuento este domingo de sus jugadores de calidad. "Tiene buena pinta Pastrana. También Dani Molina. Y Bermejo, ni te cuento. Uno de esos no le venía mal al Pontevedra", expuse. "Y si pudiera pagarles, ya sería la leche", me respondía mi colega. ¡Cuánta razón!

El PCF es generoso, pero no tanto como el Celta con sus cachorros. Acudiendo al mercado de forma sistemática y asumiendo la tendencia del fútbol, que vive sumergido en la más absoluta globalización, el Celta va cerrando puertas a muchos de sus juveniles. Y ello provoca que los derbis contra el Pontevedra tengan cada vez menos de derbis.

Porque, siendo realistas, ¿qué le puede importar a Ibán Salvador, por nombrar al primero que se me ocurre, que el Pontevedra juegue a 20 kilómetros de donde él entrena?

Tengo añoranzas de un pasado en el que el Celta B contaba con 20 futbolistas gallegos, de los que el 70 por ciento eran de Vigo y sus alrededores.

Aquello le daba más mordiente a estos partidos. Más interés. Cuando menos, es de agradecer que el Pontevedra se mantenga fiel en su filosofía: la de ofrecer espacio en su plantilla a jóvenes del entorno, de intentar tener a los mejores futbolistas gallegos y, a partir de esa base, completar su colectivo con jugadores de otros puntos de España o el extranjero. Además de buenos profesionales, es interesante tener a tipos implicados. Y eso es más fácil cuando conocen bien el valor de la marca.

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