Opinión

Sensaciones y razones

LAS SENSACIONES son la magnitud que cualquier buen tabernero que carece de conocimientos tácticos y estudios científicos sobre el fútbol emplea para medir el nivel de juego de su equipo. Las sensaciones son al balompié lo que la cuchara de palo y le espumadera a nuestra abuela, que cocina tan bien o mejor que los aspirantes a Masterchef y no necesita ir a la tele para demostrarlo.

Son esas sensaciones las que prueban que este Pontevedra no tiene nada que ver con el de la temporada pasada. Parece mejor físicamente, más fresco, más activo, más voluntarioso y más ambicioso, como equipo y hombre por hombre, libra a libra.

Sin embargo, el once granate lleva una puntuación en la segunda vuelta que se asemeja a la del campeonato pasado. Hay un porqué. O mejor dicho, varios porqués.

Para empezar, el calendario. El Pontevedra ha jugado en la primera vuelta contra todos los favoritos, excepto la Ponferradina, a domicilio y ha recibido a bloques menos fuertes en Pasarón. En la segunda se ha desplazado a campos complicados por las condiciones del escenario (dimensiones, estado, superficie) y en Pasarón, donde realmente es poderoso, ha recibido a los tres favoritos al título.

El nivel de exigencia de los contrarios ha subido. Casi todos los cuadros de la zona media-baja han realizado una mejor segunda parte del curso que la primera y han opuesto más resistencia.

Y luego está el factor de las lesiones. Mario Barco no es el Pontevedra, pero es un elemento muy destacado del equipo lerezano, sobre todo por el estilo de juego del colectivo de Luisito. Y en la segunda vuelta apenas ha podido aportar, lastrado por un esguince de tobillo, primero, y por dos roturas de fibras, después. A cualquier equipo terrenal le afectarían esos motivos. Y el PCF no es una excepción.

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