Opinión

Llega Trump

TODAVÍA RECUERDO a aquel jefe de cocina que accedió orgulloso al bufet del hotel mientras custodiaba la lasaña más apetitosa y decorada que he visto. Con blanquísimo atuendo observaba a los comensales y al camarero que componía con mimo el mostrador, justo al lado de la decoración de frutas. Apetecía levantarse y estrecharles la mano antes de comer. Pero, en dos segundos fatídicos, un chaval con plato en ristre y torpe andar se nos adelantó, directo hacia aquella posición para apoderarse del gran cucharón. Lo clavó en mitad del plato italiano y cuando lo retiró, arrancándole un trozo informe de las entrañas, la cena había cambiado. Muchos estadounidenses y un porcentaje mayor de ciudadanos en el resto del mundo sienten que nuestro menú democrático corre igual suerte ahora que Donald Trump tiene el cucharón pero al otro lado de la mesa hay cocineros como Putin o May manejando condimentos no muy recomendables. Visto que presidentes de EE.UU. con aparente más decoro encadenaron una guerra tras otra, ¿qué esperar de Donald? Pues que se pula en el cargo y, de igual forma que maneja esa inteligencia emocional que le ha llevado a lo alto de la torre, aterrice en paz de una vez con las tareas de su cocina y el menú internacional. Sin indigestarnos o abrir frentes a cada paso. Puede que tenga que releer un libro que él mismo escribió (o firmó) sobre ‘el arte de la negociación’.

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