Opinión

‘'Rehab’'

LO NUESTRO es como aquellos conciertos en los que el deterioro de Amy Winehouse anunciaba lo peor. La gente pagaba morbosa por ver el triste deambular de la gran cantante por el escenario, incapaz ya de articular siquiera el ‘'No, no, no'’ de su gran éxito, '‘Rehab'’, donde hablaba de la negativa a rehabilitarse de sus drogadicciones.

Creerán excesiva la comparación que siento sobre nuestro momento político pero, cada día que pasa, aquella joven democracia que tuvo música y letra, parece abocada a sucumbir bajo la superficialidad y los camellos de la corrupción. Y no lo digo solo por el desfile en los juzgados. Una serie de personajes se han amorrado tanto al poder y a los partidos, colocando amigos, repartiendo prebendas y mirando a otro lado sobre los tejemanejes de su ‘tribu’. Así, los demás, tenemos un problema para soltar lastre, como lo tenía Amy con su entorno y los ‘fans’. Alguno pretendería incluso que cambiemos el voto cuando son ellos los que deben irse al ser incapaces de negociar y hacer su trabajo. No están ni a la altura de un reparto de ministerios.

Ya podemos espabilar, el mundo no se detiene. Ayer mismo, recién votado el Brexit, el presidente del Consejo Consultivo de Aguas Noroccidentales, un foro pesquero celebrado en Dublín y donde está representada la flota mariñana, renunció. Es británico, y ellos se están moviendo. Aquí, mientras, llevamos un año deambulando y sin rehabilitación.

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