Opinión

Democracia orgánica

CUANDO ESCUCHÉ a Pablo Casado decir que ''la Guerra Civil fue el enfrentamiento entre quienes querían la democracia sin ley (la II República) y quienes querían la ley sin democracia (los ganadores golpistas)'' en un revisionismo histórico perverso, semejante al utilizado por Vox para reivindicar la ''eficacia'' del franquismo, sentí zozobra. El líder del PP, traicionado por el subconsciente, acababa de dar un nuevo paso en el vacío, y lo vi capaz de justificar un gobierno autoritario o autocrático, al estilo de su amigo Viktor Orbán en Hungría, caso de obtener la mayoría absoluta en coalición con la extrema derecha.

No pasé por alto la demostrada ignorancia de Casado porque tratar de transmitir la vieja cantinela franquista de que el concepto ‘república’ es sinónimo de desorden y el de ‘dictadura’ lo es de orden y ley, va más allá de un simple error histórico o de desmemoria. Pone las bases, hasta ahora no mostradas, de hasta dónde estaría dispuesto a llegar para alcanzar y mantenerse en el poder. Por fortuna, ni para eso da la talla este discípulo de Aznar.

Pablo Casado lleva dos años quemando salvas y disparando cartuchos de fogueo contra el gobierno de Pedro Sánchez. Ni acierta con la estrategia ni con la munición. Todos los intentos de boicot y desprestigio se han disuelto en la realidad con la rapidez de cubitos de hielo en un vaso de agua caliente. Ni la pretendida ilegitimidad del ejecutivo de coalición, ni el retorno de los zombis por sacar la momia del Escorial, ni la hecatombe por la gestión de la pandemia, ni las zancadillas en Europa contra las ayudas económicas, ni su presunto complot con Marruecos, ni el apocalipsis de los indultos… han conseguido otro logro que la desbandada de sus apoyos naturales: la Iglesia y buena parte del empresariado. Cada semana incrementa su soledad y refuerza la figura de Pedro Sánchez desde la tribuna del Parlamento.

¿Alguien le ha escuchado una sola propuesta puntual para confrontar con las del ejecutivo de Sánchez? ¿Sabemos cuál sería su modelo de Gobierno? Las únicas alternativas del PP surgen desde los gobiernos autonómicos presididos por sus barones y la lideresa. Y, en muchas ocasiones, son contrarias al espíritu de Génova. La ciudadanía y los observadores desconocemos sus planes si hipotéticamente llegara a la Moncloa. Solo mediante el seguidismo de Vox emite algún destello desconcertante para la derecha democrática, la que habitualmente deposita el voto en el PP o, descontenta, se queda en casa. Su mano tendida a Abascal, para alcanzar ''un destino en lo universal'', como último recurso, no solo preocupa a la izquierda sino también a buena parte del electorado tradicional del partido fundado por Fraga.

La oposición de Casado es errática para la salud democrática del país y para el propio partido que preside. En esta mitad de legislatura, Sánchez ha conseguido sacar adelante los Presupuestos del Estado y buena parte de las propuestas más complicadas con las que se presentó ante el electorado. Le resta derogar las reformas educativa y laboral de Rajoy, como asignaturas más visibles. A Casado le quedan por delante dos años para repetir, hasta la saciedad, que se vaya y convoque elecciones, impaciente y engañado por el trampantojo de las encuestas. Por tanto, el PSOE lo mejor que puede hacer es alimentar y mimar ese espejismo anacrónico, porque dentro de un año cualquier nuevo candidato, con conocimientos de la Historia y la democracia real, podría resultar más dañino para los intereses de la izquierda. De Casado ya hemos descubierto que se inclina por la obsoleta ''democracia orgánica''. ¿La recuerdan? Se ha equivocado de siglo.

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