Opinión

250 años de la llegada a la isla de Pascua

En la actualidad, uno de los lugares más paradisíacos del planeta es la isla de Pascua, Rapa Nui. Estos días, entre el 15 y el 21 de noviembre, se cumplen dos siglos y medio de la llegada de los primeros occidentales que pusieron pie con duración en la isla. Durante esa estancia temporal entablaron pacíficas relaciones con los naturales, exploraron la isla, la cartografiaron -con las primeras reproducciones conocidas de los moái-, dieron nombre a sus accidentes geográficos más importantes, recopilaron el primer diccionario rongo rongo-castellano -ochenta y ocho palabras y los diez primeros números-, redactaron un documento conjunto en rongo rongo y castellano aceptando los naturales la anexión de la isla a la corona de Carlos III... Como no podía ser de otro modo, la efeméride discurre ante el mayor de los silencios y el total ostracismo por parte del país autor de la gesta. El Gobierno de España y su ministro de Cultura no saben ni contestan. Muy diferente sería si el protagonismo de la empresa correspondiese a cualquier otro país del mundo.

La expedición fue una empresa del virrey del Perú, Manuel de Amat y Junyent. Partió de la costa americana -el Callao- el 10 de octubre de 1770 y regresó el 29 de marzo del año siguiente. El experimentado oficial de la Armada española y cartógrafo Felipe González Ahedo fue el responsable de la misión. La expedición estaba compuesta por el navío San Lorenzo, capitaneado por González Ahedo y la fragata Santa Rosalía, dirigida por Antonio Domonte. En total, la tripulación de ambos barcos superaba los 500 hombres. González Ahedo bautizó a la isla como isla de San Carlos en honor al monarca español. Aunque los españoles desconocían el hecho, casi medio siglo antes la isla había sido avistada por el holandés Jakob Roggeveen. A diferencia de la amistosa actitud española con los naturales, cuando varios nativos intentaron acercarse al barco disparó sobre ellos y causó la muerte de más de una docena. Como consecuencia se vio obligado a salir a toda vela.

Si regresamos a los españoles, los moáis causaron su admiración y llamaron fuertemente su atención. Francisco Agüera, piloto de la Santa Rosalía, escribió de ellos: "son de pierda, tan elevados y corpulentos que parecen columnas muy gruesas, y según después averigüé, examiné y tomé su dimensión, son de una pieza todo el cuerpo, y el canasto es de otra". Según Agüera, el moái más alto, actualmente destruido, medía unos 14,5 metros.

Si alguien tiene curiosidad por conocer los pormenores de la expedición, cumplida noticia de los sucesos encontrará en Derrotero de la fragata Santa Rosalía a la Isla de Pascua, en el año 1770, según el diario del piloto Aguera, depositado en la Biblioteca Nacional -existen dos ejemplares-. La maravillosa joya del diccionario castellanorongo rongo –escritura jeroglífica de Rapa Nui- puede consultarse en el Museo Naval de Madrid. Y, para evitar controversias estériles. Los momentos más dramáticos, y de casi exterminio de los naturales de Rapa Nui tuvo lugar después de la independencia de las colonias americanas de España. ¡Nada nuevo bajo el sol!

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