Opinión

300 años de Glenshiel

EL PASADO 10 DE JUNIO, el más ignominioso de los silencios se ha cernido, en Galicia en general y Pontevedra en particular, sobre los tres siglos de la batalla de Glenshiel. La victoria inglesa en esa cañada de la Escocia occidental puso fin en tal día de 1719 al último intento de invasión de Inglaterra por parte de la Monarquía Hispana. Los protagonistas fueron los miembros del Regimiento Galicia -poco más de 300 soldados- dirigidos por el coronel gallego, Nicolás de Castro Bolaño. Creada la organización militar en el seno del Tercio de Lombardía por Gonzalo Fernández de Córdoba para las campañas de Italia a comienzos del siglo XVI, existe en la actualidad. El insigne gallego es recordado por el Padre Feijoo en el Tomo cuarto, Discurso 6, de su "Teatro Crítico Universal". A partir del 25 de octubre del citado 1719, con una amplia destrucción, Pontevedra sufrió las represalias por la acción militar. También padecieron el furor inglés Ribadeo, Vigo, Redondela y Marín.

El contexto se encuadra en la Guerra de la Cuádruple Alianza. El conflicto bélico se generó al no respetar España los acuerdos del Tratado de Utrecht, a causa de las ambiciones de los consortes reinantes Felipe V e Isabel de Farnesio. La recuperación por la vía militar de Córcega y Sicilia provocó el enfrentamiento naval del cabo Passaro. Allí la flota militar española sufrió un severo correctivo por parte inglesa. La dirección intelectual de la respuesta hispana fue obra del Cardenal Alberoni. Para tal fin, el ministro de Felipe V tuvo presente el problema jacobita existente en las islas británicas. El plan de invasión, justificado con el apoyo a Jacobo III y reposición de los Estuardo en el trono inglés, contempló dos frentes. Uno de distracción en Escocia y otro de desembarco de la fuerza principal en el oeste de Inglaterra. El primero partió de Pasajes el 8 de marzo de 1719 y llegó a Escocia sin ningún contratiempo. Posteriormente dio lugar a los sucesos citados. La expedición principal zarpó de Cádiz rumbo a A Coruña el 7 de marzo. A su frente iba James Butler, segundo duque de Ormonde. Él había arrasado los fuertes de Rande y Corboeiro unos años antes, aunque después cayó en desgracia en Inglaterra y tuvo que refugiarse en Europa. ¡Así son las paradojas de la vida! Si regresamos a la expedición invasora, el 29 de marzo, a la altura de Finisterre, una fortísima tormenta la devastó. Sus restos se vieron obligados a abandonar la misión y regresar a puerto. El Regimiento Galicia comandado por Nicolás de Castro Bolaño quedó entonces abandonado a su suerte en Escocia.

De no surgir algo parecido a un milagro, todo parece indicar que el recuerdo y conmemoración de los tres siglos de la batalla de Glenshiel y posterior invasión y destrucción de Pontevedra están condenados al ostracismo en la ciudad del Lérez. La apuesta por la "historia de corredoira" y de "estómagos agradecidos" es la opción municipal pontevedresa actual. Tampoco se espera ni a la Diputación ni a la Xunta. ¡Cuán necesario sería una proyección de miras amplia, europeísta! ¡Qué bueno resultaría contrastar pareceres y saberes con Inglaterra y Escocia!

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