Opinión

Bolonias

Según el «Diccionario de la lengua española» de la Real Academia, «bolonio» es el estudiante o graduado del Real Colegio de España en Bolonia. Ninguna referencia aparece sobre su femenino «bolonia». La situación deberá cambiar, pues hace unos días se puso fin a una anormalidad que duraba más de seis siglos y medio. En este mes de julio de 2020 se ha dado un paso más en la igualdad de género. Será todo lo simbólico que se quiera considerar, pero marca un antes y un después. A partir de ahora las mujeres podrán ser becadas por el elitista Real Colegio Mayor de San Clemente de los Españoles de Bolonia. El más prestigioso y el único que sobrevive de los de los fundados en la citada ciudad en el Medioevo. Hasta ahora las mujeres estaban excluidas y pertenecer a él era un privilegio reservado a los hombres.

El 29 de septiembre de 1364, Egidio Álvarez de Albornoz y Luna, más conocido como Gil Álvarez de Albornoz, mediante disposición testamentaria declaraba heredera universal a la «Casa Hispánica» -el Real Colegio de España en Bolonia-. El objetivo era crear una serie de becas para que varones de la península Ibérica con probada excelencia académica pudiesen cursar el doctorado en la Universidad de Bolonia. Condición principal en los beneficiarios era observar una buena conducta social y moral y ser católico practicante –exigencias vigentes en la actualidad-. El magnífico edificio del colegio fue proyectado por su fundador. En 1530 recibió la protección regia que todavía mantiene. De la «Casa Hispánica» partió Carlos I para, como Carlos V, ser coronado emperador en la basílica de San Petronio. Hoy en día el centro funciona como fundación privada, no recibe subvenciones públicas y se financia con el legado patrimonial de Gil de Albornoz.

Aunque un excluyente muro de prácticamente 656 años acaba de ser derribado, aparentemente la igualdad de género no se ha conseguido en su plena totalidad. Según informaba uno de los principales rotativos del Estado, las futuras «bolonias» no podrán acceder a las becas de los hombres, sino a otras idénticas creadas únicamente para mujeres. En un orden de cosas similar, posiblemente el histórico edificio seguirá reservado a los hombres y para ellas se creará un colegio mayor. La argumentación esgrimida es la de seguir respetando así la voluntad del fundador.

A pesar de las sombras citadas, el paso dado por la Fundación Albornociana debería ser imitado por otros centros donde se mantiene la política de exclusión femenina. Un buen ejemplo lo tenemos en el «King’s College of Our Lady of Eton» -el Colegio de Eton-. Con su uniforme de chaqué sobre chaleco, pantalones a rayas, camisa de esmoquin y pajarita de piqué, en él se han formado casi una veintena de primeros ministros, príncipes o el mismo Boris Johnson, pero ninguna mujer. Académicamente ellas tienen vetado el acceso al centro. Frente al silencio inglés ante la anormalidad, el Real Colegio de España había recibido denuncias particulares e incluso presiones del Gobierno. ¡Así de sorprendente es la vida!.