Opinión

Delibes

De haber vivido, dentro de unos días, el 17 del presente mes, Miguel Delibes Setién, uno de los grandes escritores de la literatura castellana del siglo XX, habría cumplido cien años. La magna exposición de la Biblioteca Nacional de España era uno de los actos centrales, sino el principal, de las conmemoraciones del centenario. La fecha prevista para su inauguración, el 20 de marzo. Sin embargo la pandemia dejó confinada, en estado de hibernación, la exposición Delibes -así de simple y contundente el título, al no ser necesaria ni una palabra más para reconocer al protagonista- . Hace unas semanas se abrieron las puertas de Recoletos para poder visualizar la vida y obra de Delibes. Permanecerán abiertas hasta el 15 de noviembre. Después, la muestra, no podía ser de otro modo, viajará a Valladolid. La Biblioteca Nacional de España, la Fundación Miguel Delibes, Acción Cultural Española, la Junta de Castilla y León, la Diputación y el Ayuntamiento de Valladolid son los organizadores de la exposición. La inauguración corrió a cargo de los Reyes de España.

La muestra ocupa tres salas. Comienza el viaje con una aproximación a la trayectoria biográfica de Delibes. Es la más conocida. El caricaturista, el defensor de la naturaleza y la explotación racional de los recursos naturales de un mundo rural sostenible en vías de extinción. Finaliza el tramo con la concesión del Premio Nadal en 1947. La sombra del ciprés es alargada generó un punto de inflexión en la vida de Delibes. La muestra también permite conocer la enorme mesa donde escribía y los manuscritos de muchas de sus obras. Él redactaba siempre a mano con estilográfica. Utilizaba para tal fin las cuartillas recortadas del sobrante de la bobina de El Norte de Castilla, de su periódico. Como algo evidente podemos considerar el espacio dedicado en la exposición a la relación de Delibes con el cine y el teatro.

El tándem Miguel Delibes-Lola Herrera marcó a quien escribe durante casi toda su vida. Con menos de veinte años asistí en Madrid a una representación de Cinco horas con Mario. La magistral interpretación de Lola Herrera me dejó impactado. Uno de mis deseos durante décadas fue volverla a ver. A pesar de la mala situación económica personal del momento y tener que desplazarme con ese único fin a Madrid, a punto estuve de darme el gustazo de asistir a la última representación de 2001. Cometí un error, aunque faltaban muchos días para la fecha, las entradas estaban agotadas. El cielo se abrió hace un par de años con su representación en Pontevedra. Lola Herrera seguía inconmensurable como Carmen Sotillo. Quien no estuvo a la altura del acontecimiento fue la organización. Unas colas caóticas e inamovibles para acceder al asiento sufrimos quienes no teníamos entrada reservada a todos los espectáculos de la temporada. Un sonido pésimo, inaudible en ocasiones. Un desastre en suma.

Como escribía más arriba, la exposición finaliza en Madrid el 15 de noviembre. Después se trasladará a Valladolid. La hora larga de su recorrido es un goce para los sentidos y los recuerdos.

Comentarios