Opinión

El recibo de la luz

EN 2014, don Eduardo Montes, presidente de Unesa —patronal de las empresas eléctricas—, con toda rotundidad culpó a los impuestos y tasas cargados por el Gobierno de España del elevado precio de nuestra energía eléctrica. Ese implacable juez que es el tiempo, unido a los datos aportados hace unos días por Eurostat —la agencia estadística de la UE—, han puesto las cosas en su sitio y demostrado la falacia de semejante aseveración. Antes de impuestos, España tiene los precios más caros de la electricidad tanto de la UE como de la Eurozona.

Según Eurostat, sin gravámenes, cada kilowatio-hora nos ha costado a la media de los consumidores españoles 0,199 euros. Por contra, en Francia, con un nivel de vida y un poder adquisitivo superior al nuestro, el precio es la mitad, 0,099 euros. A modo de ejemplo, lo mismo sucede en Alemania (0,1306 euros) o Italia (0,1347). España, con el 21% de Iva en la electricidad, está bastante lejos del 37% de media de impuestos de los Veintiocho y no hablemos del 67% de Dinamarca, el 54% de Alemania o el 52% de Portugal. Si el precio de referencia es el final —con impuestos— de nuevo España ocupa una de las posiciones cimeras en la lista de países con la electricidad más cara de Europa. En concreto, el quinto lugar. Nos superan Alemania, Dinamarca, Bélgica e Irlanda. Durante el primer semestre del presente año, el incremento del precio de la electricidad en España fue del 5,1% respecto al mismo período de 2016. Frente a ese porcentaje, la Eurozona mostró un alza del 0,5%, mientras decreció un -0,5% en la UE. Los descensos más destacados en los precios de energía eléctrica correspondieron a Italia (-11,2%), Croacia (-10,2%) y Lituania (-9,3%).

En el caso de realizar un análisis pormenorizado de los precios de la electricidad española encontramos como las eléctricas han sido capaces de lograr algo similar a la cuadratura del círculo. De seguir el bombardeo informativo, la sequía y la falta de viento fueron la causa del espectacular incremento de precios de los últimos meses. Con los asépticos datos proporcionados por Eurostat, sequía y falta de viento parecen no haber incidido en todos los españolitos por igual. Según los oficiales guarismos, el encarecimiento ha afectado mayoritariamente a la franja de inferior consumo —menos de 80 kwh al mes—. Al conjunto de la población. Ellos han sido, hemos sido, los paganos del fuerte encarecimiento. Todo lo contrario ha sucedido con los grandes consumidores —más de 400 kwh al mes—, equiparados con la media europea. Pero no debemos preocuparnos, pues ya hemos visto como los partidos políticos de izquierda han salido en tromba a demandar una política energética más justa y equitativa. ¿Se sorprenderán después cuando la población les muestre la espalda? En el contexto que estamos analizando, no debemos olvidar que España es uno de los países de Europa con mayor pobreza energética. Algunos estudios calculan el número de muertos causados por la misma en unas 7.000 personas al año, un número de decesos muy superior al ocasionado por los accidentes de tráfico.

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