Opinión

Fronteras

EL MEDITERRÁNEO, cuna en otras épocas de grandes civilizaciones, constituye en la actualidad una frontera. El intento de superarla genera un dramático reguero de miles de muertes cada año. Junto con otros condicionantes –corrupción, yihadismo, inestabilidad política...-, la pobreza es la causa de fondo del problema. Una situación de miseria donde, sin ser el único, juegan un papel principal las condiciones climáticas del continente africano. Las mismas son consideradas como "buen tiempo" por muchos españoles. Leía este verano en un manual de Secundaria referido a la desertificación –diferente de desertización según los científicos expertos en el tema, aunque sinónimos para la RAE- el siguiente texto: "África é o continente máis ameazado. Máis do 40% da súa superficie corre perigo de desertificacion. Se se considera que o 43% do continente xa está ocupado por desertos, só o 17% de África está libre da ameaza do deserto". Un artículo de Natalie Thomas y Sumant Nigam del Departamento de Ciencias Atmosféricas y Oceánicas de la Universidad de Maryland publicado en 'Journal of Climate' presenta como conclusión que el desierto del Sáhara se ha ensanchado en un 10% desde 1920.

Cuando a finales del siglo XIX y comienzos del XX se realizaron las primeras fotografías aéreas de España, el desierto era residual en su territorio y circunscrito al sureste peninsular. Hoy en día, nuestro país está considerado como el más árido de Europa. Con motivo del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, a mediados del mes de junio los ministerios de Agricultura, Pesca y Alimentación y de Transición Ecológica coincidían en la afirmación de estar en riesgo de desertificación más de dos terceras partes del territorio español debido a su condición de zonas áridas, semiáridas o subhúmedas secas. En un artículo publicado en la prestigiosa revista 'Science' en otoño de 2016, los reputados paleoecólogos del Centro nacional para la investigación Científica de Francia, Joel Guiot y Wolfgang Cramer, concluían que de seguir la tendencia actual, en 2090 el desierto habrá avanzado hasta una hipotética línea con extremos en Alicante y Lisboa.

Los barómetros del CIS muestran la escasa preocupación de los españoles por los problemas medioambientales. nunca aparecen entre los primeros. Temperaturas de 30ºC y más son considerados como una situación climática excelentísima por un amplio sector –posiblemente mayoritario- de la sociedad española. En Galicia, un anhelo de buena parte de su sociedad es la superar los 30ºC durante todo el año. De hacerse realidad las previsiones de los paleoecólogos franceses, la frontera actual del Mediterráneo habría desaparecido a finales de siglo. ¿Surgiría una nueva? ¿Estaría en un Báltico que este año alcanzó temperaturas propias del Mediterráneo mientras el ártico se derretía y algunos se frotaban las manos ante la apertura de una nueva ruta comercial? A comienzos del siglo XXII, ¿los españoles de entonces considerarán ideal temperaturas superiores a los 30ºC? ¿Será entonces España una nueva África?

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