Opinión

Gracias, benefactoras abejas

UNA INGENTE cantidad de seres minúsculos en tamaño, pero gigantes en aportación benefactora, contribuyen día a día al bienestar de los humanos. Sin embargo, ellos –nosotros- tan soberbios, en muchos casos no sólo ignoramos su positiva aportación, sino que los exterminamos de forma inmisericorde e irresponsable. Un buen ejemplo lo tenemos en las laboriosísimas abejas o nuestra incansable y modestísima “miñoca” –aireando y removiendo de forma permanente a nuestra madre Gea y nosotros pisoteándolas en incontables ocasiones-. En aquellas, en las abejas, aunque sea con un injustificado pero no deseado retraso, centremos nuestra atención en este artículo al socaire del homenaje mundial que han recibido hace unos días. Merecidísimo reconocimiento a tan atareados seres, los cuales benefician con su actividad a las plantas, a los animales, a las personas, a la Tierra...

La polinización animal, obra en su mayoría de insectos como las abejas, es fundamental para mantener el equilibrio ecológico y la producción de alimentos. Según la FAO, más del 75% de los cultivos alimentarios del mundo dependen de algún modo de la polinización. El incremento del tamaño de las explotaciones agrícolas y el uso de productos químicos ha incidido y está incidiendo de forma negativa en el porcentaje. La híper laboriosidad de las abejas lleva a que visiten más de 7.000 flores en un día. Su número y el de muchos polinizadores está disminuyendo de forma alarmante. De seguir estudios científicos de la ONU, causas del peligro de extinción son los plaguicidas –fundamentalmente los insecticidas neonicotinoides–, las especies exóticas invasoras –algo sabemos en Galicia al respecto–, los monocultivos, el cambio climático... Como los insectos están en la base de la cadena trófica, si ellos desaparecen, también lo van a hacer otras muchas especies.

En la Conferencia Regional de la FAO de 2016, Eslovenia propuso la celebración del Día Mundial de las Abejas todos los 20 de mayo. La iniciativa fue refrendada por la Asamblea General de la Onu el 18 de octubre del año siguiente con la Resolución A/C.2/72/L.32. La fecha elegida fue la del bautismo de Anton Janša en 1734 –se desconoce la de su nacimiento–. Este esloveno está considerado como el pionero de las modernas técnicas mundiales de apicultura. Autor de dos libros fundamentales sobre la actividad, fue el responsable de las colmenas en los jardines reales de la emperatriz María Teresa.

La laboriosidad y beneficencia de las abejas hace que ellas y su más preciada producción, la miel, estén presentes en muchas religiones. También en la cristiana. Varios son los pasajes de la Biblia donde aparecen. A modo de ejemplo, cuando Yahveh le habla a Moisés de la tierra prometida, frente a la egipcia describe a la nueva como "una tierra que mana leche y miel" (“Éxodo 3,8”). También lo hace la cultura popular. Esa fuente inagotable de sabiduría considera a toda persona sumamente ajetreada, "ocupada como una abeja".

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