Opinión

Isabel Zendal

En medio de una fuerte polémica hace unos días se inauguró en Madrid quien a priori, según sus promotores, pasa por ser uno de los hospitales de referencia contra la pandemia que nos asola. No es mi intención entrar en la disputa, pues sus protagonistas, la actual clase política, hacen bueno el dicho popular de ser . La ideología escasa cabida tiene en sus presupuestos. Es en la figura de quien da nombre al centro en donde quiero centrar la atención. Hace más de dos siglos fue una de las columnas principales en la derrota de la pandemia que, hasta el presente, posiblemente más víctimas humanas ha causado, la viruela. Nació en A Agrela, una aldea de Galicia de la parroquia de Santa María de Parada en Ordes. De origen muy humilde, los asientos de defunción de sus padres afirman eran. Fue la primera mujer en participar en una expedición sanitaria internacional, la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna. En 1950 la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció a Isabel Zendal como la primera enfermera de la historia en misión humanitaria internacional. Madre soltera, murió en el olvido al otro lado del Atlántico mientras reclamaba los 3 reales de pensión a los cuales tenía derecho su hijo Benito Vélez por haber sido uno de los receptáculos humanos portadores de la vacuna por el Atlántico, América y el Pacífico -China incluida-.

Todos los indicios indican el fallecimiento de la madre de Isabel Zendal cuando ella tenía 13 años. Con veinte comenzó a trabajar como ayudante en el Hospital de la Caridad de A Coruña fundado por Teresa Herrera. Nueve años después, el 24 de marzo de 1800, pasó a ser rectora de la Casa de Expósitos, de la Inclusa de la ciudad herculina. Previa mediación de Francisco Javier Balmis, responsable último de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, un Real Decreto del 14 de octubre de 1803 incorporaba a Isabel Zendal a ella con un salario similar al de los hombres. Mes y medio después, el 30 de noviembre -hizo 217 años hace unos díaszarpó del puerto de A Coruña la corbeta con la expedición. La financió Carlos IV, a quien la viruela le había llevado una hija. Junto con Balmis –cirujano de Cámara Real-, José Salvany –cirujano del Real Sitio de Aranjuez- e Isabel Zendal estaba compuesta por 15 tripulantes y sanitarios, más 21 o 22 niños expósitos -existen dudas si uno de ellos falleció antes del embarque o en el trayecto- portadores de la vacuna. De seguir a López Mariño, arribaron a Puerto Rico el 9 de febrero de 1804. En Venezuela la expedición se dividió en dos. El grupo de Balmis, en el cual iba Isabel Zendal, después de vacunar en La Guaira, La Habana, Yucatán y Veracruz, por tierra llegó a Ciudad de México y posteriormente a Acapulco. Allí se embarcó en el correo hasta Manila. El grupo de Salvany cruzó Sudamérica desde Cartagena de Indias hasta Chiloé. Pasó por Quito, Lima, La Paz y Santiago. En 1812 regresó en barco a Lima sin Salvany. Falleciera en 1810 en Cochabamba. Entre 250.000 y 500.000 es la cifra de vacunados calculada por diferentes autores. Concluía así una de las mayores gestas sanitarias de la humanidad.

Comentarios