Opinión

La clase media española se hunde

LA EXISTENCIA de una clase media fuerte es uno de los pilares básicos para la conformación de una sociedad del bienestar. Era un secreto a voces que la larga crisis económica había golpeado de forma inmisericorde a la clase media española. Ahora, un estudio, plasmado en monografía, ha desvelado el alcance de la tragedia. Realizado bajo el auspicio de la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie), su dirección corrió a cargo de Francisco José Goerlich Gisber, catedrático de Fundamentos del Análisis Económico de la Universidad de Valencia y profesor investigador del Ivie. «Distribución de la renta, crisis económica y políticas redistributivas», que analiza el período comprendido entre 2003 y 2013, fue presentado hace escasas fechas.

La crisis económica ha modificado de un modo radical el mapa socioeconómico de España. Como consecuencia, casi tres millones de españoles se han visto desplazados de la clase media a la baja. En 2003, el 59% de nuestra población pertenecía al segmento económico intermedio, mientras el 31% se situaba por debajo de él. Diez años después, los primeros han descendido hasta el 52% y el porcentaje de los segundos alcanzó el 38,5%. Un práctico estancamiento fue la evolución mostrada por la franja de las rentas más altas.

El estudio revela la desigual forma de reparto de los costes de la crisis. La mayor caída de ingresos se ha producido en aquellas familias con niveles de renta más bajos. Unos recursos que se han desplomado un 20% desde 2007 y han pasado de casi 28.000 euros en ese año a poco más de 20.000 en 2013. La causa ha radicado fundamentalmente en factores relacionados con el mercado de trabajo, caso de la pérdida del mismo —sobre todo el de menor cualificación—, el incremento del trabajo a tiempo parcial o en forma de autoempleo como vía alternativa a la escasez de trabajo asalariado. Todo ello, en un contexto como el español donde, desde 2009, aproximadamente el 75% del incremento de la desigualdad proviene de los cambios en el mercado de trabajo.

El análisis también presta atención al papel redistributivo jugado por las políticas públicas durante la crisis. Como la experiencia y otros estudios anteriores habían certificado, igualmente en este caso destaca el protagonismo del sistema de pensiones. Su aspecto amortiguador representó el 46% del efecto total de la redistribución. Menor ha sido el peso de las prestaciones por desempleo, con un 19%. Papel realmente modesto ha representado el escaso 8% generado por el sistema fiscal. En este terreno de la precariedad económica, destaca un dato aportado por el trabajo: el 72% de los escasos, ínfimos, ingresos de los estratos más pobres de nuestra sociedad provienen del sector público. El hecho habla bien a las claras de la imperiosa necesidad de potenciar las políticas sociales, una de las características del estado del bienestar. Como queda dicho, uno de sus pilares básicos es la existencia de una potente clase media.

Comentarios