Opinión

La peste en Pontevedra (II)

En su momento Juega Puig cifró en 646 el número de personas fallecidas en Pontevedra entre el 25 de junio de 1598 y el 15 de enero de 1599. El índice medio de los núcleos familiares de la Pontevedra de entonces se cifra aproximadamente en unos 3,5 miembros. En 1588 el total de vecinos -hogares- era de 1.494. El número aproximado de habitantes sería de unas 5.229 almas. Como resultado tendríamos que el contagio pestífero finisecular provocó la muerte de un aproximado 12,35% de la población pontevedresa. Esa incidencia se sitúa en el entorno del 12-14% que encontró Pegerto Saavedra en la parroquia de la Devesa -Ribadeo- y se alejan del 20% de media para Castilla calculado por Pérez Moreda. De aquella, al igual que ahora, la tragedia parece haber sido más liviana en el noroeste que en el centro peninsular. 

Varias fueron las medidas profilácticas adoptadas por el licenciado Cervela. Entre ellas estaba prohibido entrar o salir de Pontevedra saltando por la muralla. La infracción era sancionada con 200 azotes y 6 años de galeras. Se hacía registro diario de todas las casas. Todo vecino conocedor de algún enfermo o muerto por la peste debía comunicarlo a las autoridades. Los enfermos por el contagio pestífero tenían que desplazarse hacia el hospital del Burgo, Monte Porreiro o Mollabao. En el núcleo urbano debían hacerse hogueras con laurel, romero, hierba buena y "otras cosas olorosas". No se podía tener ningún cerdo dentro del recinto amurallado -algo habitual secularmente- y se ordenó matar a todos los gatos y perros. El pan debía venderse en las puertas de las panaderías y no en las plazas públicas. Ninguna persona de dos leguas del entorno podía dormir en Pontevedra. Los procedentes de zonas apestadas tenían prohibida su entrada en la villa del Lérez. 

Nuevos contagios pestíferos sucedieron durante los siglos modernos. El 9 de julio de 1649 la máxima autoridad de Galicia, el Gobernador y Capitán General del Reino de Galicia tomaba cartas en el absentismo de los regidores pontevedreses ante la presencia de la peste y les amenazaba con llevarlos presos a un castillo y sancionarlos con 100 escudos. El 13 de octubre de 1713 las autoridades municipales recepcionaban la orden del Capitán General de Galicia de celar en la vigilancia e impedir la entrada de provenientes de Moravia, Bohemia, Baviera, Corfú... Siete años después, la liquidación de cuentas del Ayuntamiento informa de los actos religiosos ofrecidos al "Señor San Roque y Señor San Sebastian para la yntercesion de la peste". En noviembre de 1733 se encendieron todas las alarmas por "el contajio de peste que sobre vino en Argel". Cinco puertos actuaron de fondeaderos: A Coruña, Ferrol, Ribadeo, Vigo y Pontevedra. Las órdenes del Capitán General del Reino de Galicia dirigidas a don Fernando Evaristo Gago Tavares de Oca y Mendoza, juez de Pontevedra, advertían "que el reconocimiento de los papeles [de los barcos] ha de ser a barlovento, rociados sus despachos en vinagre y saumerio". A los pescadores se les prohibía recoger todo tipo de fardo arrojado por el mar bajo "pena de la vida y comfiscacion de vienes".

Comentarios