Opinión

La @ y Pontevedra

EL CORREO ELECTRÓNICO está de luto, se ha quedado huérfano. Su padre, Raymond Tomlinson, ha fallecido hace unos días. Con el nacimiento del correo electrónico, este ingeniero nacido en Amsterdam, a unos 250 km de New York, también le ponía un símbolo a la Red, la imagen por antonomasia de Internet. Pero él no fue el creador del mismo. La utilización en Europa de la @ está datada desde hace siglos. También en Pontevedra, como así lo atestigua la evidencia documental.

Una tenue neblina envuelve el nacimiento del correo electrónico. Posiblemente fue a finales de 1971 o a comienzos del año siguiente. Del texto inicial decía su autor que se había olvidado. Tampoco se acordó de patentarlo. Tomlinson consideraba que no le había hecho rico, pero sí muy feliz. Su creación la realizó a espaldas de sus jefes, pues temía le dijesen era una pérdida de tiempo. Hoy en día son varios los miles de millones enviados y las proyecciones marcan una tendencia creciente.

La mayoría de los estudios se decantan por señalar una procedencia árabe del término arroba. La Península Ibérica sería su vía de penetración en Occidente. Más difuso se muestra el origen del símbolo y sus primeras utilizaciones. Uno de los documentos más antiguos donde aparece es «La Taula de Ariza» de mediados del siglo XV. Para la centuria siguiente, la carta enviada por el mercader florentino Francesco Lapiun a Roma desde Sevilla en 1536 contiene el texto «...donde una @ de vino, que es 1/13 de un barril, vale 70 u 80 ducados...» La documentación pontevedresa también aporta su granito de arena al selecto club de utilización del símbolo. En la villa del Lérez, cuando ya se había traspasado el primer cuarto del siglo XVIII, la mercader Francisca Ygnacia de la Riva, entre otras cantidades, reclamaba al Ayuntamiento el pago de «...veinte y cinco reales y medio, balor de media @ de azeite y tres ferrados de cal que en el año pasado me saco don Ygnacio Quiroga, alcalde que ha sido de esta Villa, para reparos de la fuente...»

Con el paso del tiempo, la utilización de la @ como medida de capacidad decayó y se volvió obsoleta. La implantación del sistema métrico debió acelerar el proceso. Sin embargo, la @ mantuvo su vitalidad en EEUU, donde se empleaba en los registros contables, estableciendo el precio unitario de un producto en una factura. A modo de ejemplo: «15 cajas @ 5 $ cada una». Esta pervivencia motivo que cuando se inventaron las máquinas de escribir a finales del siglo XIX portasen el símbolo. Al ser los teclados de los primeros ordenadores una evolución de los de las máquinas de escribir, el símbolo @ aparecía en ellos. Con el paso del tiempo, durante el siglo XX, el uso del símbolo decayó. Cuando Tomlinson creó el correo electrónico, corchetes, paréntesis, comas y similares ya habían sido utilizados para otros fines. Recurrió entonces a la devaluada @. Surgía así una rutilante estrella que en realidad, aunque con una finalidad diferente, ya había sido utilizada en Pontevedra siglos antes.

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