Opinión

New Horizons, el gran explorador

EL PASADO martes 14 de julio, unos diez minutos antes de la una del mediodía, la sonda espacial “New Horizons” marcó un hito en la historia de la Humanidad al pasar a unos 12.500 kms. de Plutón, aproximadamente la distancia existente entre Galicia y Pekín. Ese mismo día se cumplían 50 años de otra gesta espacial, pues el 14 de julio de 1965 la “Mariner 4” sobrevolaba y llegaba a Marte. De forma oficial, la odisea de “New Horizons” comenzó el 19 de enero de 2006 cuando un cohete Atlas V lo lanzó desde Cabo Cañaveral. Sin embargo, todo se había iniciado en 1930, el 18 de febrero. Ese día, Clyde Tombaugh, un astrónomo autodidacta y aficionado, hijo de un agricultor de Illonois, lo descubrió dentro del proceso de búsqueda del planeta X.

Aunque las señales de radio necesitan más de cuatro horas para llegar desde “New Horizons” a la Tierra a pesar de desplazarse a una velocidad cercana a la de la luz, y los datos comenzarán a fluir con toda intensidad posteriormente, las primeras noticias han causado sorpresa y asombro. Plutón es 80 kms. más ancho de lo que pensábamos. Tiene atmósfera por lo menos hasta 1.600 kms. por encima de su suelo. Las imágenes de una superficie sin cráteres, con majestuosas montañas, enormes llanuras, valles, cañones…, indican una juventud inferior a los 100 millones de años y, aparentemente, un planeta geológicamente activo 4.500 millones de años después de su formación. También llama la atención su color rojizo. Pero sin duda lo más impactante todavía está por llegar y vendrá dentro del proceso de acumulación de información en marcha que concluirá en 2016.

La gesta de “New Horizons” muestra una de las caras más positivas de los humanos. Su curiosidad, su deseo de conocer nuevos mundos, su permanente búsqueda del “plus ultra”. Pero viendo la reacción de alegría y euforia de sus responsables, uno ha sentido envidia. Dejando al margen las manifiestas dosis de chovinismo estadounidense ante el éxito de una operación que es suya en su práctica totalidad, llama la atención el diferente comportamiento mostrado por ellos y los autores de la otra gran exploración, de la otra gran expansión. Frente a la justificada satisfacción de los protagonistas de la expansión espacial, destaca el desconocimiento, cuando no el silencio intencionado, mostrado por la sociedad de uno de los gestores de la expansión oceánica. El hecho conforma un caso único en la historia de la Humanidad, pues en la sociedad del otro coautor de aquella epopeya la situación es diametralmente opuesta y la valoración de su protagonismo similar a la mostrada por los estadounidenses. Frente a lo que sucede en España, para todo portugués, de cualquier ideología, uno de sus mayores orgullos es haber sido corresponsable de la expansión oceánica. Una exploración que costó miles de vidas humanas y de la cual son deudores exploradores actuales como “New Horizonts”. Un gran explorador, “New Horizonts”, quien, de no mediar un accidente, nos seguirá sorprendiendo hasta 2030, cuando su reactor nuclear se agote. Testigo de excepción será Clyde Tombaugh, pues parte de sus cenizas viajan en la sonda.

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