Opinión

¡Nieve en mayo!

¡LO NUNCA visto! ¡Inaudito! Casi ha sido el parto de los montes. ¡Nieve en el mes de mayo! ¡Increíble! La voz de los padres de las ciclogénesis explosivas ha sonado con rotundidad al respecto. Gran eco han tenido quienes llevan a tal límite lo insubstancial que bautizan con pomposos nombres a cuatro gotas de lluvia. En muchos casos, pertenecen a esos despilfarradores “chiringuitos” políticos, inadmisibles en un momento de tantas necesidades económicas. La falta de la más elemental racionalidad en la Administración es lo único que justifica su presencia en los organigramas autonómicos. Si regresamos al fenómeno meteorológico, ¿Qué indica la documentación al respecto?

Para una toma de contacto con la cuestión de la presencia de nieve en Galicia en los siglos pasados, buenos son dos magníficos artículos sobre el tema de Camilo Fernández Cortizo y Andrés Sampedro Fernández: “Neveras y cosecha de nieve en Galicia (Siglos XVII y XVIII)” del primero y “Una aproximación al mundo de la nieve en Galicia” del segundo. Una de las principales conclusiones de ambos es el fuerte predicamento conseguido por la nieve en Galicia durante las centurias modernas a partir del siglo XVII. Su utilización se centraba en fines médicos -antipirépticos- , pero sobre todo el sibaritismo gastronómico en forma de sorbetes y similares. Pontevedra no fue ajena a la “moda” y tenía su nevera en San Salvador de Xirazga, actual ayuntamiento de Beariz. Los beneficios no debían ser despreciables, pues su venta era monopolio municipal y el Ayuntamiento también fijaba los precios. Con la instalación de los jesuitas en Pontevedra, los miembros de la Compañía de Jesús igualmente tuvieron su nevera en propiedad. En la actualidad, con una finalidad histórica y antropológica se está asistiendo a una recuperación y restauración de aquellas neveras de antaño. La actuación del Concello de Pontevedra en relación con la suya ha sido de una inacción total.

El mundo de la nieve gallega de los siglos modernos habla con nitidez de los cambios climatológicos experimentados. Sirva como muestra un botón. El 22 de junio de 1703, ante la inminente visita del Capitán General del Reino de Galicia a Pontevedra, los munícipes se re- únen y acuerdan librar 50 reales para ir a Soutelo a por nieve. La misma fue una de las “delicatessen” empleadas para homenajear al, de facto, virrey de Galicia. Era prácticamente julio y la nieve, de seguir la información emanada de la documentación municipal pontevedresa, abundaba en Soutelo. Casi igual a hoy en día.

A finales de la semana pasada un destacado medio gallego calificaba de “extraño” el reciente fenómeno meteorológico. Así puede calificarse si la presencia del blanco elemento en mayo es visto desde la inmediatez. La situación es diametralmente opuesta de contemplarla con la perspectiva generada a través de los siglos, donde su presencia en nuestro entorno inmediato era algo habitual y no inusual como lo es en la actualidad. No deberíamos confundir las churras con las merinas.

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