Opinión

Puente Malvar

NO ES ESPAÑA un país caracterizado por la defensa, conservación y valoración de su inmenso y riquísimo patrimonio. Frente a nuestra desidia y depreciación propia, genera envidia el mimo en el cuidado de la riqueza patrimonial de otros países, alguno vecino nuestro. Actuaciones y situaciones españolas motivo de sonrojo y vergüenza las tenemos por doquier y de forma cotidiana. En este contexto, encomiable resulta la aportación de entidades como Hispania Nostra y sus dos listas: la roja y la verde.

Galicia ha llegado al ecuador del presente año, declarado por la Unión Europea como Año Europeo del Patrimonio Cultural, con más de veinte bienes patrimoniales en la Lista Roja de Hispania Nostra. El abanico de construcciones al borde del colapso abarca desde monasterios del siglo IX a edificios de la centuria pasada. La Iglesia, de forma indiscutible, capitanea el proceso con actuaciones, en algunos casos, bochornosas. Tal es el caso de la venta del monasterio de Santa Comba de Naves –construido en el año 888– con el objetivo "a priori" del nuevo propietario de edificar sobre sus cenizas un "hotel turístico singular". Inaudito e inimaginable en muchas partes del planeta. El pasado día 7 del presente mes, el Ayuntamiento de Pontevedra ha entrado a formar parte de citada Lista Roja. Como el proceso aparenta imparable, al día siguiente lo hizo la Torre de los Moreno en Ribadeo. Si regresamos a nuestro entorno más inmediato, al Puente Malvar le ha correspondido el triste honor citado.

El Puente Malvar es uno de los hitos constructivos más importantes del Camino Real que unía Santiago de Compostela con Ponte Sampaio. Iniciada la obra por el arzobispo Rajoy, al arzobispo Malvar le corresponde el mayor protagonismo de su realización. Prioritario para el natural de Salcedo fue su construcción, pues si abandonaba Montevideo camino de su apostolado compostelano en marzo de 1784, según la documentación municipal pontevedresa, el 29 de julio de 1788 las obras del Camino Real habían llegado a Pontevedra –por lo tanto, el Puente Malvar debía estar expedito–. Al año siguiente se pensaba iniciar el tramo final hasta Ponte Sampaio. A ambas márgenes del Camino Real discurría el Real Plantío. Estaba compuesto por robles, álamos, árboles frutales y cepas de viña, "dispuestos con el mejor orden y simetría". En el tramo que atravesaba la parroquia de Cerponzóns había en cada una de sus dos hileras 231 robles, 231 cepas y 231 frutales. Desde el límite de Cerponzóns hasta el Puente del Burgo serpenteaban la orilla derecha del Camino Real 25 álamos, 25 cepas y 10 frutales, mientras cubrían la izquierda 19 álamos, 19 cepas y 13 frutales.

Ejemplar resulta la defensa del patrimonio de Cerponzóns llevada a cabo por su asociación de vecinos O Chedeiro. El envés de la moneda aparece muy próxima, en Monte Porreiro y su lamentabilísima asociación de vecinos. Además de ignorar su rutilante pasado lo han convertido en motivo de escarnio. Ojalá el Puente Malvar abandone rápidamente la Lista Roja de Hispania Nostra y pase a engrosar la Verde. Significaría su recuperación.

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