Opinión

Quo Vadis España

ALGUNOS ESTUDIOS y datos estadísticos deberían llevar a la sociedad española a reflexionar y preguntarse si la senda elegida en su evolución es la correcta, al margen los grandilocuentes datos de la política oficial. Unas buenas piedras de toque son los recientes datos provisionales del movimiento natural de población del primer semestre de 2018 proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) y el estudio publicado hace unas pocas semanas por EAE Business School sobre la deuda pública de nuestro país bajo el título Deuda Pública, 2018.

Los datos del Ine abundan en algo bien conocido, el suicidio demográfico de España. En él, Galicia brilla con luz propia. Las menos 46.590 personas del saldo negativo del crecimiento vegetativo generados durante el primer semestre de este año representan el máximo histórico de España desde el inicio de la serie estadística en 1941. Frente a los 179.794 nacidos, 226.384 fueron quienes nos dejaron. Exceptuando el ligero repunte de 2014, la tendencia al descenso en el número de nacimientos se mantiene desde 2009. Por contra, es el quinto año consecutivo del incremento de los fallecidos. Como consecuencia, únicamente tres comunidades autónomas han presentado un saldo positivo, aunque pírrico, del crecimiento vegetativo durante el primer semestre del presente año. Ellas han sido, Madrid -3.714 personas más-, Murcia -997- y Baleares -428-. La otra cara de la moneda le corresponde a Galicia -9.135 personas menos-, Castilla y León -7.857- y Comunidad Valenciana -5.959-.

Según los datos de EAE Business School, los intereses generados por la Deuda Pública de España representaron para el erario un desembolso diario aproximado de la nada despreciable cantidad de 90 millones al día el año pasado. El análisis ratifica algo bien conocido, el crecimiento exponencial de la deuda pública española entre 2008 y hoy en día. Si de aquella era de 440.621 millones -39,5% del PIB-, al cierre del año pasado alcanzaba los 1,14 billones -98,1% del PIB, lo producido en un año-. La senda sigue una tendencia alcista, pues a finales de junio la deuda llegaba ya a los 1,16 billones de euros. Una deuda pública financiada por la banca extranjera, pues es ella quien se "responsabiliza" del 44,6% de la misma.

Los vientos no parecen ser los óptimos para España. Una tormenta perfecta parece divisarse en el horizonte de no adoptar urgentes medidas. Precariedad e inseguridad laboral, difícil acceso a la vivienda y una total inexistencia de medidas paliativas son algunas, no las únicas, de las causas del hundimiento demográfico. Ante la gravedad de problema, a "paños calientes" o "rascarse el sobaquillo" parecen sonar medidas como los famosos "cheques bebé".

Añadámosle una desbocada deuda que algún día deberemos pagar. Como muy bien indica el estudio de EAE Business School, frente a la refinanciación mentada de forma permanente por los políticos, la experiencia habla de otra realidad. Al final hay que pagar. ¿Qué le sucedió a Sri Lanka cuando no pudo abonar los 9.000 millones de créditos chinos? Se quedó sin el estratégico puerto de Hambantota.

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