Opinión

Tesoros de la Hispanic Society

HIJO DE una de las mayores fortunas de los Estados Unidos, Archer Milton Huntington ocupa un lugar cimero entre los más grandes hispanistas. Su padre, Collis Potter Huntington, amasó una inmensa fortuna con la compañía de ferrocarriles Central Pacific Railroad y la construcción naval mediante la Newport News Shipbuilding and Drydock Companies. Desde tan cómoda posición económica, se decantó por la cultura, sobre todo la hispana. Su impresionante colección se inició a la edad de 19 años, cuando su padre le regaló el retrato de Fernando Álvarez de Toledo —uno de los grandes genios militares— obra de Antonio Moro. El proceso iniciado entonces desembocó en 1904 en la fundación de uno de los templos del saber: la Hispanic Society of América.

Con sede en el norte de Manhattan, posee la más importante colección de arte hispano fuera de nuestro país. La impresionante colección abarca del Paleolítico al siglo XX. Entre sus joyas aparecen obras de Velázquez (Retrato de niña, El cardenal Astalli o El conde-duque de Olivares), Goya (La duquesa de Alba vestida de negro), el Greco, Murillo, Zurbarán, Sorolla y otras obras representativas del modernismo y posimpresionismo español. Su inigualable biblioteca alberga más 250.000 manuscritos, 15.000 libros impresos antes de 1700, 250 incunables y 35.000 libros raros. A ello se debe añadir una ingente labor editorial. Dentro de la misma destaca la realización de facsímiles con la finalidad de poner al alcance de los hispanistas libros raros y manuscritos. Como muy bien afirmó Jonathan Brown, otro gran hispanista, la Hispanic Society es la depositaria enciclopédica de la cultura plástica y literaria española.

Ahora, aprovechando las obras de reforma de la institución neoyorquina, cerrada hasta 2019, la Hispanic Society ha desembarcado en el Prado y generado uno de los acontecimientos culturales del año. Desde el pasado 4 de abril y hasta el 10 de septiembre, Tesoros de la Hispanic Society. Visiones del mundo hispánico ofrece la excepcional oportunidad de contemplar más de 200 obras de lo más representativo de sus espléndidas colecciones. Junto algunas de las pinturas citadas, la exposición ofrece un recorrido por esculturas, piezas arqueológicas, artes decorativas, textiles, mobiliario... Entre otras "menudencias" de los fondos bibliotecarios expuestos en Madrid aparece la Biblia sacra iuxta versionen vulgate, la Biblia hebrea o las Instrucciones del Emperador Carlos V a su hijo Felipe. Pero para un historiador de los siglos modernos, los dientes se ponen largos con el Mapamundi de Giovanni Vespucci de 1526. Una obra cumbre de la cartografía mundial. Posiblemente la última obra de genovés antes de ser apartado del Padrón Real —a partir del 2 de agosto de 1527, Padrón General— de la Casa de Contratación. Ante sus cosmógrafos, bajo juramento, los responsables de los barcos tenían que indicar la nuevas tierras o descubrimientos realizados. La información añadida generaba un documento oficial y secreto utilizado por los nuevos barcos que zarpaban. Un monopolio informativo a nivel mundial. Uno de esos 'rara avis' se puede ver ahora en Madrid.

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