Opinión

Por una vez, sonrían

Han sido años de decepciones. Y por una vez que el Pontevedra va bien y puede recuperar el terreno perdido, en el ambiente hay una cierta sensación de descontento que resulta incomprensible.
Rufo y Abelenda celebran uno de los goles del Pontevedra. JAVIER CERVERA MERCADILLO
photo_camera Rufo y Abelenda celebran uno de los goles del Pontevedra. JAVIER CERVERA MERCADILLO

Han sido años de inversiones potentes en la plantilla, pero resultados mediocres. Pero parece que, por fin, el Pontevedra puede volver a sonreír. Aunque sea para ver la luz al final del túnel y empezar a asomar a una Primera RFEF que no es nada más que una Segunda B mejorada. Es lo mínimo que merece este club, que deberá ganarse en las últimas tres jornadas una meta que hoy está más cerca que anteayer.

No está siendo un camino de rosas. Ni lo serán estas -esperemos que- últimas tres semanas. El PCF lleva en su ADN la palabra sufrir. Y después de tantas decepciones, lanzar las campanas al vuelo sería el mayor de los pecados.

Pero sí es evidente es que la situación es para ser optimista. Y que, por mucho que se esté teniendo que pelear, la afición granate debe estar contenta. Por fin marchan las cosas bien en el campo. Insisto: no es la categoría en la que querríamos estar. Está claro que se está en el camino únicamente de recuperar el terreno perdido, no de mejorar. Pero hay motivos para ser, por una vez, felices.

El Pontevedra tiene la obligación de ascender, sí. Pero como ya he dicho, el hecho de conseguirlo no estará carente de mérito. El conjunto granate es un club de cuarta categoría, por mucho que duela. Diseñado para cuarta categoría. Con más dinero en el césped que la gran mayoría, sí. Pero de cuarta categoría. Y lidera la cuarta categoría.

Por eso es difícil de comprender el constante descontento que impregna el ambiente granate. Cada gol recibido es un drama. Cada partido que no se vence, una crisis. El no ir primero con 15 puntos de ventaja, una aberración. Se debe ser crítico. El debate argumentado es positivo. Pero en momentos de reconstrucción, dedicarse a destruir únicamente contribuye a alejar al equipo del lugar añorado. Por una vez que hay motivos para sonreír, hagámoslo y empujemos hacia la cumbre, no hacia el barranco.

Comentarios