La confesión más dura de Pastora Soler: "Mi mánager me llamaba gorda y me decía que me operase"

La cantante revela en su autobiografía los comentarios humillantes que sufrió al inicio de su carrera y cómo afectaron a su autoestima
Pastora Soler. EFE
Pastora Soler. EFE

Pastora Soler vive un momento de plenitud que pocos artistas alcanzan después de tres décadas de carrera. La cantante sevillana, símbolo de la voz y la emoción sobre los escenarios, ha aprendido a convivir con sus luces y sus sombras. Y precisamente de eso trata su nuevo libro, Cuando se apagan las luces, aparecen las estrellas (HarperCollins), una autobiografía en la que repasa sin miedo los capítulos más duros y reveladores de su vida. "Aunque suene fuerte, el momento del que más orgullosa estoy fue cuando rompí con la música. Si no hubiera hecho eso, no estaría aquí ahora mismo", confiesa con serenidad.

La artista recuerda cómo, en 2014, en pleno éxito tras su paso por Eurovisión, el cuerpo le dijo basta. Primero un desmayo en un concierto en Sevilla, luego una crisis de pánico sobre el escenario en Málaga que la obligó a detenerse. "Fue muy duro, porque sentía que estaba traicionando a mi público. Pero necesitaba parar. Si no lo hacía, me rompía del todo", explica. Aquella pausa marcó un antes y un después en su vida, y hoy lo ve como un gesto de valentía. "Aprendí que no pasa nada por parar, por reconocer que no puedes más. Que la salud mental también es parte del éxito".

Ningún niño debe empezar pronto en esta industria

Su libro, que lleva como subtítulo La buena costumbre de quererse a uno mismo, llega después de la gira con la que ha celebrado 30 años de carrera, un recorrido que la ha consolidado como una de las grandes voces de la música española. En sus páginas hay confesiones, heridas, aprendizaje y también mucha gratitud.

Pastora no elude los temas incómodos. Habla de la exigencia, de los complejos, de los miedos que arrastró desde niña y de cómo aprendió a transformarlos en fortaleza. "Empecé en la música con 15 años, en un mundo muy adulto, y eso te marca. Te pierdes cosas, porque aún no tienes tu carácter formado. Por eso siempre digo que ningún niño debería empezar tan pronto en esta industria", reflexiona.

Su relación con su representante: "Me decía que estaba gorda, que me operase"

Uno de los episodios más duros que aborda es su relación con su primer representante, Luis Sanz, a quien reconoce tanto por haberla lanzado al éxito como por haber sido una fuente de inseguridades. "Cuando lo conocí era mi sueño, la oportunidad de mi vida. Pero también fueron años en los que era una niña y recibía mensajes que no debía. Me decía que estaba gorda, que me operase, que nada en mí estaba bien. Y eso, con 15 años, te destroza por dentro", recuerda.

Soler asegura que durante mucho tiempo confundió la gratitud con el silencio. "Le debo mucho, porque creyó en mí, pero no supe poner límites. Mi madre y yo nos dejamos llevar. A veces el amor y la ilusión te ciegan", cuenta con emoción. Aquel entorno de control extremo la apartó incluso de momentos tan simples como una excursión escolar: "Mi representante no quería que fuera, y mis padres lo permitieron. Me quedé en tierra. Son cosas que no se olvidan".

"Soy más fuerte de lo que creía"

A pesar de todo, Pastora ha elegido el perdón como camino. "No quiero cargar con rencor. Quiero contar las cosas como fueron, pero también agradecer que sobreviví a todo eso sin perder la ilusión. Soy más fuerte de lo que creía", afirma.

El libro también recoge anécdotas curiosas, como la ocasión en la que pudo haber grabado una canción compuesta por Alejandro Sanz y Pepe de Lucía, que finalmente interpretó Malú. Se trata de Aprendiz. "Era una balada preciosa. Un día la escuché en la radio y me di cuenta de que la estaba cantando otra artista. Se me cayó el mundo encima, pero también entendí que no era mi momento. La vida tenía otros planes para mí".

Hoy, con la perspectiva que da el tiempo, Pastora Soler reivindica la pausa, la madurez y la autenticidad. "Durante muchos años me exigí ser perfecta. Ahora quiero ser feliz. He aprendido que no pasa nada por mostrarse frágil, que también hay belleza en las cicatrices", resume.

Con nuevos duetos en marcha y una gira que sigue llenando teatros, la artista ha conseguido convertir el dolor en una lección de vida. Incluso ha querido resignificar la expresión "hacerse un Pastora Soler", que surgió después de su retirada temporal de los escenarios. "Me gustaría que ahora signifique levantarse y superarse", dice sonriendo. Porque, como recuerda el título de su libro, cuando se apagan las luces, siempre vuelven a brillar las estrellas.

Comentarios