El cura más joven de Pontevedra: "Soy el sacerdote de a pie, de ir por la calle y de tener contacto con la gente"

Eduardo Maldonado tiene 29 años, a punto de cumplir 30. Llegó de Venezuela hace dos meses para ejercer como vicario parroquial en Sanxenxo y Meaño. Se define como un sacerdote "de esta era", pues ofrece servicio a las personas incluso por videollamada, y le encanta "escuchar" a los vecinos y vecinas
Eduardo Maldonado. DP
Eduardo Maldonado. DP

Eduardo Maldonado tiene 29 años. Está a punto de cumplir 30. Lo hará en unos días, el 26 de noviembre. Es venezolano y es el cura, o más bien vicario, más joven del área de influencia de Pontevedra. Hace dos meses que es vicario parroquial en las parroquias de Santo Estevo de Noalla (Sanxenxo), San Miguel de Lores (Meaño) y San Juan de Meaño.

La diferencia entre vicario y párroco, según explica este joven religioso, es que "el párroco es el encargado de la cura de almas pero también de la parte administrativa, organizativa; y un vicario es quien colabora al párroco a nivel sacramental y pastoral". Y aunque en su país natal ejercía como sacerdote, aquí, al estar de manera temporal, lo hace como vicario de tres parroquias que están al cargo de José Manuel Taibo, quien es también doctor del Seminario Menor de la Archidiócesis de Santiago.

En su día a día, entre los numerosos actos litúrgicos que debe atender y su dedicación a personas mayores y enfermos de distintos lugares de Pontevedra, apenas disfruta de un par de horas libres. Y este tiempo lo dedica a lo que más le gusta: "mi hobby es leer", pero también caminar por el pueblo y tener contacto con la gente. "Un sacerdote mayor y sabio me decía: 'Si quieres ser un buen sacerdote ten un oído en el sagrario y otro en el pueblo'. Entonces, le dedico a la oración pero también a escuchar a la gente. Soy el sacerdote de a pie, de hacer compras en la plaza, de caminar por los supermercados, por las calles, de tener contacto con la gente, y ha sido una experiencia fenomenal", apunta este joven cura.

"A veces hasta le dedico 20 o 30 minutos en la calle a personas que se detienen a hablar conmigo, a escucharles su historia o a alegrarles", confiesa. ¿Y de qué le hablan los vecinos? Las conversaciones que mantiene con estas personas se centran en "los problemas comunes de la gente, la política", cuenta Maldonado, que añade que muchas personas necesitan "palabras ante la muerte o ante la enfermedad o consejos para tratar a la juventud de hoy en día, sobre todo a los nietos, bisnietos o hijos en el día a día".

Estamos en una zona donde hay muchas personas mayores, viven solas, tienen dificultades

"Estamos en una zona donde hay muchas personas mayores, viven solas, tienen dificultades, entonces siempre son lugares para acompañar, para dar un buen consejo", sostiene.

Y es que es un auténtico sacerdote de a pie, pero también " de esta era". Así se define también este joven religioso, pues "me conecto en videollamada" y está en contacto con la gente que lo necesita de esta manera, sobre todo con sus vecinos de Venezuela.

Su historia: estudió el primer año de Ingeniería Civil

Eduardo Maldonado está comprometido con la Iglesia desde niño. Desde los nueve años ayudaba en los actos litúrgicos como monaguillo, en la catequesis, y "tuve diversos grupos juveniles y estaba comprometido directamente con los sacerdotes".

Ingresó en la Universidad con 17 años. "Hice el primer año de Ingeniería Civil, pero luego fui llamado a la vocación sacerdotal, a servir a la Iglesia en medio de los hermanos e ingresé en el Seminario Mayor en mi país". "Estudié cuatro años Filosofía y cuatro años de Teología y fui ordenado el 25 de marzo de 2022", precisa. Y "¿cómo fue el llamado? Fue simplemente el ver la necesidad de mi país, en la pobreza, en la dificultad, en la carencia de Dios. Me sentí atraído por servir, por dar esperanza, como diría el Papa Francisco", cuenta.

Y este camino, para él, "ha sido hermosísimo, espléndido, donde el Señor cada día me ha venido confirmando mi vocación a través de varios signos: el primero la fraternidad en medio de los hermanos sacerdotes, y luego en medio de la Iglesia". Y, afortunadamente, nunca se ha sentido solo, asegura, ni en su país natal ni en Pontevedra. "Aunque he venido hace dos meses, desde hace tres años venía siempre en verano, y yo he estado aquí rodeado siempre de hermanos sacerdotes mayores que han estado muy pendientes y han sido para mí unos hermanos, y eso lo que ha hecho es aumentar y fortalecer mi vocación sacerdotal", afirma.

Aunque aquí ejerce como vicario, en Venezuela lo hacía como sacerdote, "justamente trabajando en la parte de la pastoral vocacional, animando a otros jóvenes", apunta. Y ha venido a España "porque el obispo me ha enviado a tener otra experiencia pastoral. Estoy aquí para fortalecer los lazos, para ayudar, para aprender y siempre en obediencia a mi Obispo", sostiene. 

Y este cambio ha tenido sus ventajas. Y es que aquí, subraya, puede recuperarse, gracias a la sanidad pública, de algún problema de salud que padece. Y por otro lado, cobra un sueldo que le permite vivir dignamente. Y es que en su país natal "no tenemos sueldos, dependemos directamente de la caridad de las personas", mientras que en España "el derecho canónico pide a los señores obispos que el servicio que prestamos sea también remunerado, con un sueldo digno que pueda ayudarnos también en nuestras necesidades", apunta. Y gracias a este salario, Eduardo Maldonado puede cubrir sus necesidades, pagar "la gasolina del coche o el sostenimiento de algunas cosas que tenemos".

¿Proyectos de futuro? "Tengo permiso por un año, veremos cuando termine este período", apunta este joven sacerdote.

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