Pedrada al policía
Es un pilar más que sostiene la vanguardista cultura de la navaja en la ciudad de Barcelona. Esta cultura de la faca bandolera surgió hace años en la ciudad Condal gracias al buenismo político e institucional que se impartió por la izquierda celtibérica como un valor más de un progresismo mal entendido que ha colocado a la ciudad española en puestos de champions de la delincuencia europea. La nueva cultura barcelonesa la dio a conocer hace un año, Albert Batlle, que se ocupa del Área de Prevención, Seguridad, Convivencia y Régimen Interior del ayuntamiento de Barcelona. Una ciudad, otrora vanguardia cultural de España, que hoy sufre las consecuencias de los años en la alcaldía de Ada Colau, verdadera creadora de la cultura de la charrasca afilada. Decía el concejal Batlle que la utilización de navajas, cuchillos y tijeras en los robos con violencia que se prodigan en Barcelona tiene alarmados a los agentes municipales del orden y la seguridad. Y reconocía que le preocupaba una cierta cultura de la navaja instalada en la ciudad.
Ha pasado un año y las cosas están peor. No hay mas que leer los periódicos y ver la televisión. Se llegó a publicar en un periódico un titular del siguiente tenor: "Disparos y machetazos entre pakistaníes en Barcelona en una pelea por el control de la venta de droga en el barrio de La Barceloneta". Después se conoció la agresión al padre del famoso futbolista Lamine Yamal, al que unos delincuentes no lo mataron de milagro. Y así seguimos.
Lo último en despropósitos han sido las declaraciones de una tal Laura Fernández Vega, diputada de la CUP, en la sesión plenaria del Parlamento regional catalán el pasado miércoles, que reprodujo las palabras de un periodista separatista que decía que "en Cataluña, tirar piedras a la policía autonómica y quemar contenedores es un hecho cultural propio". Y se quedo tan pancha.
Menos tranquilos están los habitantes de la ciudad de Salt, en Gerona, por el desalojo de una vivienda ocupada por un imán y su familia, que provoco graves disturbios en los que participaron un centenar de personas que se manifestaron frente a la comisaría de policía lanzando piedras y huevos, quemando contenedores y destrozando el mobiliario urbano. Un episodio más propio de un país del tercer mundo que de una democracia avanzada.
Todo esto lo vienen denunciando, hartos, miembros veteranos de la Policía que nos advierten que muy pronto ya no se podrá controlar estos episodios de robo y violencia. La cultura de la navaja ya no es poca o de mediana intensidad y tampoco lo es la pedrada al policía. Los vecinos de Salt ya lo han visto de cerca. Es ya una cultura verídica, evidente y palpable, y ya está instalada en la ciudad de Barcelona que registra la mayor tasa de robos de Europa, tan sólo superada por Bruselas. Cualquier día los prebostes millonarios de la RTVE hacen un reportaje sobre los 89.766 delitos que se cometen al año en Barcelona y le echan la culpa a la presidenta madrileña Isabel Diaz Ayuso que siempre queda muy veraz y objetivo, como la televisión misma.