La realidad de las urnas
UNA VEZ más, las encuestas se toparon con la realidad de las urnas. El BNG de Miguel Anxo Fernández Lores no solo se quedó lejos de una mayoría absoluta que parecía asegurada a última hora de la tarde: retrocedió hasta los once concejales, lo que le permitirá gobernar al amparo de un PSOE que lleva cultivando el pacto desde el minuto uno de la campaña. "Veinte años son muchos y un cómic no es más que un cómic", me dice un buen amigo. Puede que no le falte razón.
Es una victoria pírrica, la de Lores, y una derrota balsámica la de Rafa Domínguez. El dueño de la Rafacarreta, el médico de la privada al que Feijóo mandaba reclutar de urgencia en el tebeo nacionalista, ha devuelto parte del orgullo perdido a un PP local que se temía lo peor pero ha terminado cerrando pubs. Tienen mucho que celebrar. No solo han logrado revertir una tendencia muy negativa. Se ha posicionado tan cerca del BNG que ya nadie podrá poner en duda la capacidad de su candidato ni el empeño de un equipo de trabajo que nunca dio el partido por perdido. A Rafita -como lo llamaban sus principales rivales con cierta condescendencia- se le ha pues to cara de Don Rafael y su carrera hacia la alcaldía empieza a tomar forma.
Peor suerte ha corrido la alianza entre Luís Rei y Tere Casal, ahogados por el descalabro general de las mareas y la enésima atomización de la izquierda. Está muy bien eso de presentarse como el partido de la gente pero sin olvidar que es esa misma gente la que tiene que votar: hay una buena lección ahí.