Perder a propósito
Había algo inquietante en el lema de campaña elegido por el PSdeG que empezó a confirmarse en cuanto vimos los últimos sondeos encargados por los principales medios de comunicación y los primeros datos del escrutinio. Ese Desta vai! nos advertía de algo definitivo e inminente, esto lo teníamos bastante claro quienes detestamos los signos de admiración en los carteles electorales porque tenemos la sensación de que un desconocido nos está gritando. Pero nos faltaba saber el qué. Nos faltaba determinar si por fin había llegado el momento del cambio político en Galicia o si el ‘Desta vai!’ nos gritaba que, esta vez sí, los ingenieros electorales de Ferraz se habían cargado el invento socialista después de mucho intentarlo.
"Hemos luchado contra la maquinaria feroz de la Moncloa", me comentaba un integrante de la candidatura del PP a media tarde. Y casi idéntico rencor podría haber manifestado algún miembro del equipo de Besteiro, a poco que los off the record no fuesen una forma más o menos enrevesada de que un periodista revele aquello que un tercero quiere decir, pero no personalmente: cuanto más se esforzaban desde Madrid por terminar con los años bárbaros del Partido Popular en Galicia, más enterradas quedaban las esperanzas de un Besteiro que apenas se revelaba contra la imposición de Ana Pontón como lideresa real del proyecto socialista. "O candidato ausente", repitieron hasta en trece ocasiones entre ambos durante el debate ofrecido por TVE. Y cómo de autodescartado se presentaba ya el propio Besteiro que cuantas más veces insistían con ese argumento, más nos parecía a todos que el candidato ausente era él.
Difícilmente encontrará un mejor escenario el BNG a la izquierda del PP, aunque con el PSdeG nunca se sabe: hasta la metáfora del tiro en el pie se queda corta para explicar el intento casi constante, casi enfermizo, de los socialistas gallegos por abonar la desesperanza entre sus votantes. Difícilmente volverán los nacionalistas a contar con las simpatías de grandes grupos de comunicación estatales y un competidor tan dócil como este PSdeG, a ratos devorado por sus lerias intestinas, a ratos caricaturizado —parece que a propósito— desde Ferraz. Que Besteiro no haya renunciado a su escaño como diputado en las Cortes Generales tampoco ayudó a fijar mayor esperanza que la de ser un bastón sobre el que pudiera apoyarse un hipotético gobierno liderado por Ana Pontón.
Despreciar, minusvalorar e incluso despersonalizar, una y otra vez, al candidato del Partido Popular, tampoco parecía un gran negocio: si ganas, tú mismo habrás enfriado tus méritos; si pierdes, directamente serás la persona que cayó derrotada ante el candidato gris, ante el hombre de paja, ante el candidato ausente. O las personas que cayeron derrotadas, sería de justicia decir, pues al desprecio constante de las cualidades políticas y hasta personales de Alfonso Rueda se apuntaron, desde el minuto uno, las principales voces del BNG, PSdeG, Sumar, Podemos e incluso Vox.
"Recuerda que eres mortal", se susurraba a los generales romanos cuando entraban triunfantes en la capital tras una gran victoria. Y la mortalidad en Galicia es una cuestión de expectativas, como la mortalidad en política es gobernar. A San Caetano solo se puede ir de vivo —de muerto no le sirves a nadie, si acaso a San Andrés de Teixido— y Alfonso Rueda se ha llevado de calle unas elecciones que los politólogos e historiadores estudiarán durante largo tiempo porque el PSOE se empeñó tanto en que las ganase el BNG que al PP le bastó, apenas, con barrer la puerta de casa: si los populares siguen siendo los que más se parecen a Galicia, los socialistas ya son los que más se parecen a, que sé yo... ¿Vietnam?