La gala de los risueños

Todo el mundo estaba ruiseño en la gala Pontevedreses del Año. Mi jefa, Blanca García Montenegro, es una anfitriona fantástica y excepcionalmente risueña y eso se contagia, sobre todo cuando hay tanta gente predispuesta a la sonrisa. Yo entré con mi señora, Mar Seaxá, y con mi admirado Lois Caeiro, del que aprendo todo lo bueno y alguna cosa mala. Seaxá es la que me controla. Si digo algo inconveniente no es de las que advierte con una mirada, con un pellizco o con una palabra en voz baja: es de las que propina un rodillazo directo a los testículos, un método eficaz, créame.

Lores estaba risueño, en mi opinión con toda la razón. A pesar de los resultados inesperados, el principal objetivo, que era mantener la alcaldía, está resuelto. También estaba risueña Ana Pontón, que mejoró resultados por Galiza adelante. Los suyos conservan Pontevedra, ganan Compostela y se refuerzan en un montón de municipios. Los del BNG se fueron pronto. Si yo currara en la prensa madrileña escribiría sin dudar que los nacionalistas se fueron a cazar niños castellanoparlantes, pero aquí en provincias esas cosas no cuelan.

Los socialistas igualmente risueños porque han subido un concelleiro, que está bien. Me dijo Paloma Castro que me tiene que decir cuatro cosas. Tengo miedo, lo digo en serio. Que Iván Puentes le diga a usted cuatro cosas es normal, pero si Paloma Castro le promete decirle cuatro cosas, échese a rezar. Yo le dije que quedo a su entera disposición, que estos asuntos cuanto antes mucho mejor, que no quiero pasarme el resto de mi vida temiendo esa llamada. Además nos caemos bien, que es lo que más miedo da. Lo mismo me mete un rodillazo en la entrepierna y cuando se lo cuente a mi señora me propina otro.

Ningún socialista de la Deputación estuvo presente en el acto. Lo entendemos, que hablo en nombre de quienes piensan como yo. Carmela Silva es a día de hoy presidenta de la Deputación de Pontevedra, bien que en funciones. Durante ocho años vino a esta gala, entregó un premio y pronunció un discurso. Nuestros redactores cubrieron toda su andadura política y sus interminables ruedas de prensa; nuestros fotógrafos soportaron pacientemente sus impuntualidades, pero como perdió la Deputación ya no le interesa Pontevedra. Si su ausencia se debió a motivos personales, como parece, alguien en su nombre tendría que haber acudido por delegación, pero no se dio el caso. Fue en mi opinión una buena presidenta que no ha procesado la derrota, pero su despecho hacia lo que representa este medio es tan injustificado que ni vamos a echárselo en cara más allá de lo que ocupa este párrafo.

Y los del PP ya ni le cuento. Si empezamos por arriba, Alfonso Rueda estaba risueño. Se sacó de la manga una Deputación con un resultado inapelable y dijo que nos lee a Rafa Cabeleira y a un servidor. Imagínese. Rafa Domínguez también risueño porque el resultado le acompañó. Ganó unas elecciones con un resultado que nadie imaginaba. Luis López, Lugués, risueño también. Ocupó la presidencia provincial cuando Rueda se hizo con el Gobierno de Galiza y fue el responsable del sprint final en la provincia. Todos los concelleiros del PP estaban risueños y Blanca Señoráns, que lucía una inmaculada blusa blanca, lo mismo, aunque ella es risueña ya desde siempre.

De los premiados con quien estuve fue con la familia Lorenzo Torres, siempre vestidos para la ocasión. Cuando uno de la familia recibe un premio van todos a recogerlo, que son como un clan escocés. Esta vez le tocaba a Francis, que ya eso es un poco lo de menos, no por merecido, que lo es, sino porque en un clan que lo junta todo en la misma vitrina, todos los premios son de todos. Yo se los daría a Carmen Torres, que siempre es delicada en las formas y firme en las convicciones, pero no de las que van dando rodillazos en los testículos y eso es de agradecer. Por eso le salieron esos cuatro hijos que son como cuatro soles. Fue a abrazar a Lores y como siempre le transmitió mucho cariño, así que todos risueños.

Eché mucho de menos a José de Cora, con quien mucho delinquí en una ficción que nos montamos hace un montón de años. Muchísimo aprendo de él. Tampoco pudo asistir Blanca de Cora. Ni José ni Blanca perdieron una diputación, o sea que vendrán el año que viene y les envío un abrazo tremendísimo. Antonio de Cora y Mariluz Obermeier, que forman una pareja risueña, se multiplicaron para cubrir sobradamente la cuota familiar. Tienen dos hijos adorables y una mascota que es para comérsela, digo en sentido figurado y risueño.

Cuando Rafa Fariña, nuestro jefe de fotografía, apareció corriendo a gritos porque no estaba yo en ninguna foto, Mar Seaxá y quien firma esto nos acoplamos inmediatamente con unos concelleiros del PP, que eran los que estaban más cerca y luego, de vuelta a casa, ella me metió un rodillazo en los testículos mientras me decía con voz suave: "Última vez que me sacas nunha foto cos do PP". Estaba risueña. Me duelen los testículos, mucho.

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