Margaryta Yakovenko: "Los medios han pasado de hablar las 24 horas de Ucrania a citarla de pasada"

'Desencajada: nacer en Ucrania, ser migrante y periodista en España' es el título bajo el que la periodista y escritora Margaryta Yakovenko participará en el V foro 'As mulleres que opinan son perigosas', que se celebrará los días 10 y 11 en el edificio Castelao del Museo de Pontevedra.  En él hablará, entre otras cuestiones, sobre la guerra en su país de origen, un conflicto que le toca muy de cerca
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photo_camera Margaryta Yakovenko. CEDIDA

En su perfil de Twitter se define a sí misma como "escritora, periodista, inmigrante". Margaryta Yakovenko (1992) nació en Ucrania, pero a los siete años se trasladó con su familia a una localidad de Murcia. En España estudió Periodismo y se especializó en Periodismo Político Internacional. Actualmente trabaja en El País y en 2020 publicó su primera novela, Desencajada, con la que explora la búsqueda de la identidad y las angustias a las que se enfrentan las distintas generaciones de migrantes en España. También es experta en redes sociales, en las que cuenta con miles de seguidoras y seguidores. El día 11 participará en el V foro As mulleres que opinan son perigosas.

¿Cree que en la actualidad la mayor parte de la sociedad sigue pensando eso, que las mujeres que opinan son peligrosas?
Solo hace falta ver el odio que hay en redes hacia las mujeres que opinan. Es algo que vivo muy de cerca. En cualquier programa en el que salga, cualquier artículo de opinión que escriba, cualquier tweet en el que opine algo, siempre vienen un montón de comentarios, de insultos incluso. Ayer mismo, después de un programa de La Sexta, un usuario al que no conozco de nada me insultó en redes simplemente porque salí en la tele opinando sobre la guerra de Ucrania. Parece ser que las mujeres no tenemos derecho a hablar o todavía hay algunos que piensan que no tenemos ningún tipo de opinión digna de ser escuchada.

¿Y desde los medios de comunicación, desde sus equipos directivos, también se ve así?
Creo que en los medios, sobre todo en los grandes, prima mucho el tema de las cuotas. No digo que no sean necesarias, pero es verdad que parece que meten a los columnistas que les gusta leer a los jefes y luego dicen "necesitamos a alguna mujer", pero ya para el final. No sé si es porque piensan que somos peligrosas opinando o porque todavía no se ha producido el cambio de mentalidad de que tenemos que ser consideradas al mismo nivel que nuestros compañeros hombres.

Faltan mujeres dirigiendo medios de comunicación

¿Qué cree que tiene que pasar para que se produzca de una vez ese cambio? ¿Qué falta?
Lo que faltan son más mujeres dirigiendo. Sin duda. En cuanto haya más mujeres en altos cargos de dirección de medios o al menos jefas de sección, habrá un cambio a mejor en ese sentido. Aunque no siempre más mujeres equivale a más feminismo ni a más firmas femeninas.

Usted es periodista y nació en Ucrania , ¿alguna vez llegó a pensar que escribiría sobre las consecuencias de una guerra abierta por Rusia en su país de origen?
No. He imaginado mil veces que iba a cubrir una guerra y he escrito alguna vez sobre otros conflictos, no en el terreno, pero sí desde España. Y de pronto me afecta a mí. Es una situación que no esperaba ni quería vivir. Es algo que nunca imaginas que te pueda llegar a suceder y de pronto lo ves todo desde otra perspectiva. La que prima ya no es tanto la perspectiva periodística, sino la humana.

En los medios priman las cuotas; meten a los columnistas que les gusta leer a los jefes y luego dicen: necesitamos a alguna mujer»

¿Cree que la comunidad internacional tendría que hacer más por Ucrania?
Al principio sentí que Ucrania estaba un poco abandonada, luego hubo una reacción internacional buena, pero ahora el conflicto se está alargando y estancando. Se ha quedado en una parte del territorio que es grande, pero no es toda Ucrania. No es la capital la que está amenazada y veo que el interés de la gente decae y también la comunidad internacional en general se está posicionando hacia una resolución que no es tal, sino una concesión hacia Rusia y hacia Putin. Desde países como Alemania o Francia se está empezando a hablar de que quizá Zelenski debería ceder parte del territorio que ya está conquistado, lo cual me parece una barbaridad, porque ahora mismo el 20% del territorio de Ucrania está controlado por Rusia. El 20% de Ucrania equivale más o menos a la mitad de Alemania y creo que desde los gobiernos europeos a nadie en su sano juicio se le ocurriría pedirle a Alemania que, por ejemplo en un caso de invasión, cediese la mitad de su país. ¿Por qué a Ucrania sí? Hay una consideración de que es un país menor, que no tiene la misma dignidad, que no es igual de europeo. Lo que creo es que, como el conflicto se está alargando, a la comunidad internacional no le gusta y va a empezar a presionar al presidente ucraniano para que haga lo que Putin quiere, lo cual no deja de ser paradójico, porque al mismo tiempo no dejamos de imponer nuevas sanciones.

¿Para la comunidad internacional priman los intereses económicos?
Sin duda, porque cuanto más continúe la guerra, más lo vamos a sentir en el resto de Europa.

Desde los gobiernos europeos a nadie en su sano juicio se le ocurriría pedirle a Alemania que, por ejemplo en un caso de invasión, cediese la mitad de su país»

En los medios, al principio la guerra de Ucrania ocupaba todas las portadas y buena parte de los informativos, pero ahora el tema ha pasado a un segundo plano.¿Qué piensa de eso?
Ha pasado a un segundo, a un tercero e incluso a un cuarto plano. Para los medios lo que prima es la audiencia y han pasado de hablar las 24 horas de Ucrania a citarla si acaso en el Telediario un poco de pasada y cuando ha sucedido algo demasiado grave. Lo que pasa con esto es que las víctimas y las personas que están sufriendo la guerra se convierten en números, en gente sin rostro cuyas historias ya no interesan. Se deshumaniza completamente la guerra y su sufrimiento y eso es lo que estamos viendo. Evidentemente, los medios le han dado mucho protagonismo desde el primer momento. No se puede decir que hayan pasado de este conflicto como sí ha ocurrido con otros que nos pillan más lejos, pero en Ucrania al principio había una sobreexposición de cobertura, con muchísimos periodistas de un montón de países, y ahora de repente se han ido todos porque ya no interesa. Pero la guerra no ha terminado. De hecho, ahora se está viviendo una fase que es aún más cruenta que la primera. Pero ya no sale en televisión, ya no importa.

Esta guerra, como casi todas, tiene rostro femenino

Usted escribe desde la perspectiva de género y de clase. ¿Cree que está más invisibilizada la violencia que sufren las mujeres en Ucrania que la que sufren los hombres?
Desde el primer momento se ha hablado de que la guerra de Ucrania, como casi todas, tiene rostro femenino, porque son las mujeres las que han huido como refugiadas del país con sus hijos, ya que eran las únicas que podían hacerlo, y ahora soportan el peso de sacar adelante a su familia en otro país y el de tener a su marido, hermano o padre en el frente. Y las que se han quedado en Ucrania sufren la violencia de la guerra, tanto la de las armas como la sexual, como hemos visto en lugares como Bucha, y al mismo tiempo, al final son las que se hacen cargo de la casa y de los hijos. Evidentemente, no quiero quitarle el peso al trabajo que están haciendo los hombres en el frente o sacando adelante a sus familias, si se han quedado allí, pero las mujeres sin duda tienen un papel extraordinario.

Como dices, la inmensa mayoría de refugiadas son mujeres con niños y esto conlleva mayores riesgos y vulnerabilidades, ¿no es así?
Sí. De hecho, se ha hablado del riesgo de que hubiese trata de personas, porque en un momento así no sabes a dónde estas yendo, ni el idioma del país al que vas, ni tienes medios para vivir en él, pues no todos los países dan ayudas a las personas refugiadas; solo lo hacen unos pocos en Europa. España proporciona un permiso de trabajo y sanidad pública, pero ningún medio de subsistencia y en esas situaciones puedes acabar en redes de trata.

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