"Nunca controlé, agredí, insulté, aislé, menosprecié, ni abusé de mi exmujer"
Un vecino de Vilagarcía acusado de maltrato habitual, amenazas y coacciones contra su expareja niega los hechos
La Sección Cuarta de la Audiencia de Pontevedra fue escenario este jueves del juicio contra un vecino de Vilagarcía de Arousa acusado de maltrato habitual, amenazas y coacciones contra su exmujer. También se le juzga por una presunta agresión sexual que tuvo lugar cuando la relación ya había concluido. Por todos estos delitos, el fiscal mantuvo la acusación de 17 años y un mes de cárcel, mientras la defensa solicitó la libre absolución al negar el acusado todos los hechos, declarándose inocente.
El acusado rompió a llorar durante el juicio tras la declaración de los testigos, motivo por el que tuvo que ser suspendido durante unos minutos hasta que pudiera calmarse y continuar.
Durante su declaración ante el Tribunal, el acusado aseguró que durante su relación, que comenzó cuando ella tenía 14 años y él 19, nunca se habían producido situaciones violentas ni fuertes discusiones. Sin embargo, la víctima, que padece depresión y ansiedad, según explicó a causa de la prolongada situación de maltrato a la que le sometió su expareja, aseguró, a puerta cerrada, que desde el inicio sufrió constantes amenazas e insultos, siendo frecuente que él la "menospreciara, controlase sus amistades y su forma de vestir, así como que no le permitiese salir sola a la calle o maquillarse".
La víctima declaró ante el Tribunal tras un biombo. Tras ella lo hizo la hija mayor de la pareja acompañada de una psicóloga.
Durante el juicio también testificó la hermana de la acusada que se encontraba en la vivienda familiar cuando tuvo lugar la supuesta agresión sexual. Sobre este asunto comentó que escuchó a su hermana llorar y encerrarse en el baño mientras su cuñado le pedía perdón una y otra vez. "Sin embargo, yo estaba dormida y creí que lo que ocurría estaba dentro de mi sueño", explicó.
La pareja de la denunciante también declaró ante el Tribunal explicando que aunque nunca vio actitudes agresivas en el acusado, sí es cierto que cuando quisieron hacerle las pruebas de la hiperactividad al hijo de pequeño de ambos, éste les amenazó diciéndoles que como lo hicieran "iba a cortarnos la cabeza a ella y a mí".
El resto de testigos que asistieron a la vista fueron todos a solicitud de la defensa del acusado, incluyendo el padre de la denunciante, con quien no mantiene relación. Todos ellos aseguraron que nunca vieron ni oyeron ninguna discusión violenta o menosprecio hacia la víctima durante los años que ambos estuvieron juntos.
Conflictividad en la pareja
La pareja comenzó su relación de convivencia cuando la víctima tenía dieciséis años. Tuvieron dos hijos y en 2019, la denunciante decidió romper la relación, momento en el que, según el acusado, "quedamos como amigos y, aunque yo me fui a vivir a casa de mis padres, regresé unos días después porque ella misma me lo pidió, ya que la niña no comía y necesitaba mi ayuda". La presunta víctima, sin embargo, insistió en la conflictividad existente entre ambos que se traduce también en problemas por la custodia de los hijos.
Durante varios meses ambos residieron en el mismo piso haciendo vidas separadas hasta que una noche de diciembre ambos acudieron juntos a un pub de Vilagarcía de Arousa. Al regresar del mismo, según la denunciante, fue cuando tuvo lugar la presunta agresión sexual.
Tras las declaraciones de los testigos, y ante el nerviosismo del acusado, que llevaba ya un tiempo llorando, la presidenta del Tribunal decidió suspender cinco minutos la vista para que se pudiera tranquilizar.
Los peritos psicólogos que declararon posteriormente aseguraron que aunque no se puede aseverar que hubiera violencia de género, porque el acusado no compareció para su evaluación, "sí es cierto que en la declaración de la denunciante no hay contradicciones ni falta de coherencia, y que el relato de la agresión sexual es vívido, lleno de detalles y con una evidente carga emocional".
El acusado concluyó insistiendo en su inocencia. Recordó que fue ella la que provocó que al final le pidiera perdón por algo que no había ocurrido, la agresión sexual, "porque era algo habitual en ella: hacerme sentir culpable por todo, por llegar tarde de trabajar, por ir a casa de mis padres...".
