Mujeres peligrosas

Ana María Matute en Sitges en 1972. ARCHIVO COLITA
Ana María Matute en Sitges en 1972. ARCHIVO COLITA
El foro 'As mulleres que opinan son perigosas' reúne a un excelente conjunto de mujeres periodistas para hablar de sus inquietudes ante una sociedad en la que todavía diferentes y poderosas voces pretenden reconducir el feminismo

Fin de semana de As mulleres que opinan son perigosas en el que un año más diferentes voces femeninas nos hablan de su experiencia y reivindicaciones en un contexto en el que la opinión de la mujer en los medios de comunicación es obligada, por mucho que le siga pesando todavía a quienes discuten su inclusión y hasta su proliferación, tan necesaria como parte presente de nuestra sociedad, como justificada para aminorar su escasa existencia tiempo atrás.

Un año más diferentes profesionales del ámbito gallego y español convertirán el Teatro Principal en un altavoz para darnos a conocer ese pensamiento de las mujeres que tanto asusta a muchos hombres a los que les molesta que las mujeres salgan a las calles a manifestarse, que las mujeres compartan sus opiniones en la prensa e incluso que escriban libros en una abundancia que tiene mucho más que ver con la calidad de las nuevas generaciones de escritoras que con el formar parte de una cuota que se pueda malinterpretar como obligada.

Desde que Susana Pedreira y Diana López Varela alumbraron este escenario Pontevedra se ha convertido una vez más en un ecosistema diferente, en un sitio privilegiado donde el ser humano encuentra cada vez más situaciones en las que sentirse así, humano, frente a las barbaridades que no paran de amenazar al resto del ecosistema planetario que, en un retrógrado proceso de resistencia masculina, está viendo como poderosas voces pretenden reconducir el feminismo a lo que ellos entienden y consideran  que debe ser. Desde la derecha más extrema a la menos, con un presuntamente moderado Alberto Núñez Feijóo, que hace unos días le enseñaba a las mujeres cómo debe ser el feminismo hoy, ni más ni menos que como el de las abuelas de su generación, se plantean toda una serie de discursos que ponen en cuestión los avances que las mujeres han realizado de manera tan decidida como feliz en la conquista de unos derechos que no pocos entremezclan con una perversa nostalgia.

Una fantástica nómina de periodistas y escritoras nos convocan ayer y hoy a escuchar su situación en estos días en los que su nuevo posicionamiento, respaldado por la mayoría de una ciudadanía cada vez más sensibilizada, también tiene que servir para recordar a las que antes de ellas opinaron dentro de un hábitat mucho más complicado, oscuro y siniestro que el actual. Una de esas voces fue la de Ana María Matute, de la que este año se celebra el centenario de su nacimiento con diferentes iniciativas como la excelente y didáctica exposición que le dedicó el Instituto Cervantes en su sede madrileña o la reedición de varias de sus magníficas novelas, una de ellas, Primera memoria (Destino), con un prólogo de la también escritora y periodista cultural, Inés Martín Rodrigo, casualmente, o quizás de manera no tan casual, una de las invitadas a esta edición de As mulleres que opinan son perigosas. A través de la confluencia azarosa en el tiempo de estas dos mujeres se visibiliza y se refleja de la mejor de las maneras esa conquista de las mujeres en la ocupación de espacios vedados para ellas, espacios de libertad, espacios para mostrarse ante la sociedad como son y sin temor al dedo acusador. Ambas son ganadoras del Premio Nadal y en ese prólogo Inés Martín Rodrigo se refiere a la autora de Olvidado Rey Gudú como una de las que marcaron el paso a las demás: "Y más allá fue, me doy cuenta ahora,  intuyendo el feminismo, una independencia, la de la mujer, por la que ella pugnó toda su vida, ser libre escribiendo, un privilegio". Ese privilegio se ha convertido en una normalidad que debemos preservar ante las sombras que nos amenazan. Aquella libertad, Ana María Matute la disfrutó a pequeños sorbos, en espacios íntimos, como esos días en Sitges que la fotógrafa Colita recogió en unas fotografías llenas de vida, amor, literatura y felicidad que pudimos ver en esa exposición y que se recogen en el magnífico catálogo editado para la ocasión bajo el acertado título de Quien no inventa no vive, auténtico leitmotiv de una escritora de la que Luis García Montero, director del Instituto Cervantes, escribe en ese catálogo que "sufrió humillaciones y discriminación, en la vida y en la literatura, no sólo por ser mujer, sino por ser el tipo de mujer que era, alguien poco identificada con el ideal franquista de la Sección Femenina".

Las mujeres que opinan son, precisamente, las que se enfrentan de manera activa y decidida a esas humillaciones y discriminaciones. ¡Escuchémoslas! 

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