La escuela de danza de Pontevedra que tuvo que cerrar y renació en menos de un mes
"La vida es una obra de teatro que no permite ensayos. Por eso, canta, ríe, baila, llora y vive intensamente cada momento de tu vida. Antes que el telón baje y la obra termine sin aplausos". La cita es de Charles Chaplin. Preside una de las paredes de la nave ubicada en Avenida Montecelo número 5. Es lo único que Vero Aboy y Luciano Gomes van a mantener de la decoración de la compañía de performance que ocupaba anteriormente el local.
#Vídeo 📹 Así ponen a punto la pintura del nuevo local de la escuela de danza pic.twitter.com/OhU2b1nCw9
— Diario de Pontevedra (@Diario_Pontev) November 17, 2025
"Me gustó y decidí dejarlo", dice la directora de Getting Jiggy Dance Studio. Tal vez porque el mensaje tiene mucho que ver con la actitud con la que planta cara a la vida. Ya han pintado la puerta y el nombre de la escuela de danza puede leerse desde la rotonda de Mourente. No tiene pérdida. El bus a Montecelo tiene una parada justo en la puerta. En diciembre arrancarán de nuevo las clases.
A finales de octubre, Vero recibió una carta del Concello que la dejó helada. Tras las quejas de un vecino y ante la falta de licencia municipal, el organismo local le notificaba que tenía 24 horas para cerrar su escuela de danza.
"No vino nadie por aquí, ni siquiera a medir los decibelios, tampoco a comprobar el local, no nos dieron un plazo, la orden era de cierre inminente", cuenta Vero Aboy, encogiéndose de hombros. "Ni siquiera llegó a haber una denuncia. Trabajábamos por las tardes, desde las 5 y cerrábamos a las 10 de la noche, y algunos fines de semana cuando teníamos concursos o eventos los domingos por la mañana. Tiene venido la Policía Local alertada por el mismo vecino y comprobar que estábamos recogiendo a la hora que teníamos que hacerlo", añade.
"No hay local en Pontevedra donde te den la licencia, es una cuestión de que los locales son muy antiguos y con la estructura que tienen... En mi caso tenía que alquilar otro local para poder hacer una salida de emergencia, por ejemplo, lo cual era inviable".
Tras el shock inicial, Vero avisó a sus empleados, cuatro profesoras de baile y una recepcionista, también se puso en contacto con su alumnado y las familias y se comprometió a buscar una solución lo más rápido posible. Trató de recuperar las clases pagadas entre el pabellón de Lérez y el CEIP Viñas, en Poio. Y empezaron a buscar... Una semana más tarde lo encontraron.
Una mirada a los inicios de la escuela de danza
La historia de este estudio de danza se remonta a 2017. Fue el año en el que Vero abrió su primera escuela en la calle Eduardo Pondal y tuvo sus primeras treinta alumnas. Ocho años más tarde, y tras cinco en el local de Santa Clara, suma alrededor de 300.
Getting Jiggy (expresión que significa bailando con estilo o flow) participa en concursos internacionales y realiza distintos eventos cada año. Imparte clases de danzas urbanas, jazz, baile contemporáneo, bailes latinos, heels (danza en tacones), clases de cardiolatino y hasta acrobacias, para personas desde los 3 años en adelante. "Tenemos clases de baile desde grupos baby, a madres y también para abuelas", comenta Vero ante la puerta de la futura escuela. "Tenemos las clases llenas. Hace unos años era impensable que funcionasen así las clases de danzas urbanas", dice.
En 2020, esta joven emprendedora dejó atrás su primer local, en el que había realizado una gran inversión insonorizando y acondicionando el espacio, y comenzó a buscar uno nuevo más amplio. "Del primer local, que pedí un crédito para insonorizar, me denegaron hasta tres licencias".
Finalmente, encontró un bajo en Santa Clara que se adaptaba bastante bien a las necesidades de su proyecto. Su escuela abrió de nuevo y no dejó de crecer. Durante aquella búsqueda, recuerda, en su camino se encontró muchos bajos vacíos por los que se pedían alrededor de 1.500 euros. Cinco años más tarde esos mismos bajos comerciales ubicados en las calles del centro de la ciudad permanecen cerrados, solo que ahora su alquiler llega hasta 4.000 euros.
"¿Qué autónomo puede hacer frente a semejante gasto?", se pregunta. "Nosotros somos los dos solos. Tenemos que empezar de cero, acondicionar el nuevo local y tenemos trabajadores que tienen que seguir cobrando mientras solucionamos el problema", cuenta ya en la nueva nave. "Empezamos de nuevo endeudándonos".
La nave de Mourente
Vero y Luciano supieron de la nave de Montecelo, 5, a través de una amiga que les contó que se había quedado libre. No está en el centro, pero sí bien comunicada. Es amplia y les permitirá crear al menos dos aulas de baile que por ahora separarán mediante una cortina insonorizante. "Buscábamos un sistema móvil que nos permitiese separar dos ambientes, para que a la vez no fuese permanente para cuando hagamos nuestros espectáculos", indica.
Con ayuda de alumnos y amigos acondicionan estos días la nueva escuela. Tarima en el suelo, espejo... Ya tienen el cartel que recibirá la entrada y con el tiempo confían en poder hacer un aula a mayores. "Estos días no paramos de trabajar. Queremos volver a abrir cuanto antes", confiesa.
La idea ahora mismo, relata Vero, es recuperar la normalidad lo antes posible y con el tiempo ir creciendo y organizando más actividades. "Aquí tenemos más espacio y en un futuro nos va a permitir, aparte de las clases y las formaciones, tener eventos", indica. Pero, además, también volverán a participar en las competiciones desde edades tempranas.
El objetivo es volver a abrir las puertas la última semana de noviembre y gracias a los amigos y alumnos más cercanos que les ayudan con los preparativos del nuevo local van a conseguirlo. "Estamos muy agradecidos a todas las personas que nos están ayudando aunque en general creemos que en esta sociedad falta algo de empatía".
