El cura de Xende: "Los ladrones hasta miraron bajo la ropa de las santas"

La parroquia de A Lama tendrá que aportar 500 euros para reponer los daños de un robo cuyo botín no superó los 100 euros
Roubo en ingrexa de Xende A LAMA
Estado en que dejaron el interior de la iglesia de Xende, en A Lama. D. P.

"Tuvimos unos años tranquilos, pero últimamente todo ha vuelto a empezar". Así explica el párroco de la iglesia de San Paulo de Xende -el famoso templo de la procesión del Cristo de Xende-, el repunte de robos que se están produciendo en los templos, petos y lugares de culto de A Lama y el interior de Pontevedra en los últimos meses.

El capítulo más reciente, según este religioso, David Dos Santos, se produjo el pasado día 31 de octubre, en el transcurso de sus vacaciones, cuando una o varias personas entraron en la iglesia, llevándose el contenido del ‘peto’ de la puerta, es decir, la ranura en la que dejan limosna peregrinos y romeros cuando no está abierta la iglesia, así como el efectivo de unos 60 o 70 euros de la venta de velones entre los vecinos que estos días de Todos los Santos y Difuntos se han aprovisionado de material para acudir a los cementerios del municipio.
 

"Hay que pensar en instalar alarmas" ante la falta de presencia policial

En total, unos cien euros que para nada se pueden considerar poca cosa, porque, a cambio, los ladrones generaron destrozos y necesidades más cuantiosas. "La colocación de las cerraduras nuevas nos llevará unos 500 euros", explica el párroco, que ya piensa en instalar alarmas, con el consecuente incremento de costes.

"Hay que pensar en esos sistemas de aviso porque cada vez hay menos gente en las aldeas, las capillas están alejadas y los vecinos se quejan de que cada vez se ven menos patrullas de la Guardia Civil", apunta.

El párroco dice que en las últimas fechas ha habido robos en el teleclub, en la iglesia y en un peto de ánimas. Además, los ladrones actúan con total impunidad. "Como no se va mucho, echan todo el tiempo del mundo revolviendo y causando destrozos", apunta.


En el caso de la iglesia de Xende, la zona de la sacristía quedó totalmente desvalijada, con todos los cajones y cajas abiertos y el contenido desperdigado. El saqueo llegó hasta tal punto que "hasta miraron debajo de la ropa de las santas, lo cual es muy extraño porque ahí nunca se guarda nada", y da una pista del nivel de impunidad y tranquilidad con el que creían estar actuando las personas que cometieron este robo.

Dosantos señala que, en todo caso, su máxima es la de "no dejar nunca nada" en los templos, medida que adoptó para poder preservar, además del dinero de los petitorios y limosnas, otros elementos de valor, como donativos en forma de joyas a los santos, o incluso material de los distintos oficios con valor económico o artístico.