Anna Bosch: "Ahora todo sucede a una velocidad mayor de lo que los periodistas podemos asimilar"

El periodismo internacional es uno de los ejes en torno a los que gira la nueva edición del foro As mulleres que opinan son perigosas, que este fin de semana trae a Pontevedra a nombres propios como el de Anna Bosch (RTVE) y para el que ya hay más de 200 personas inscritas

La reportera internacional participa en el foro 'As mulleres que opinan son perigosas'. DP
La reportera internacional participa en el foro 'As mulleres que opinan son perigosas'. DP

Mucho han cambiado las cosas desde que Anna Bosch (Barcelona 1963) comenzó su carrera en la radio. Durante cuatro décadas ha sido corresponsal en Washington, Moscú y Londres y ahora es reportera internacional. Ha vivido y contado los cambios en el panorama geopolítico mundial, pero también ha sido testigo de la evolución del oficio y de la situación de las periodistas. "La gran evolución que he visto es que una mujer llevando el peso de un programa ha pasado de ser una excepción rarísima a ser algo habitual y que nadie cuestiona", avanza sobre su intervención este viernes en el Teatro Principal, junto a las organizdoras del foro As mulleres que opinan son perigosas, Susana Pedreira y Diana López Varela.

En el contexto internacional actual, ¿se asusta cada vez que suena el teléfono? 
No hace falta que suene el teléfono, el susto llega en cuanto me levanto y conecto los datos. Igual que pasó con la primera presidencia Trump, con la segunda, con la diferencia horaria te acuestas en Europa a una hora en la que todavía en Estados Unidos pueden pasar cosas. Ahora sucede todo muy rápido, a una velocidad mayor de la que los periodistas somos capaces de asimilar, procesar y reflexionar. En ese sentido me siento un poco sobrepasada por la velocidad a la que van los acontecimientos.

De la noche a la mañana, una sentencia de un tribunal, un cambio de régimen... pueden hacer retroceder los derechos que habían conquistado las mujeres"

¿Después de cuatro décadas de periodismo, todavía tiene capacidad de sorprenderse?
Una cree que está curada de espantos hasta que llega un espanto nuevo y te vuelves a espantar. Creíamos que conocíamos a Trump, creíamos que estábamos preparados para verlo saltarse líneas rojas, romper convenciones, romper consensos... pero una no deja de sorprenderse cuando, por ejemplo, el 28 de febrero, se produce la escena en el despacho oval, con Trump gritando a Zelensky y echándole una bronca. Y cómo le vemos ahora, presionando hasta la humillación a Ucrania, que es la víctima, el país invadido. No sé si estará ejerciendo presión sobre Rusia también, y no sabemos qué tipo de presión es, porque no es pública, ese es el contraste. La crudeza con que eso se está produciendo en público ha vuelto a sorprenderme.

¿Cómo han cambiado las cosas desde sus inicios en el mundo de la información?
Ha cambiado fundamentalmente en dos aspectos, por una parte, en el hecho de ser mujer. Yo empecé en la radio y todavía entonces, aunque había alguna excepción, como Encarna Sánchez, lo habitual era que el conductor de un de un informativo, fuera un hombre y que las mujeres tuvieran papeles subalternos. Hoy en día, afortunadamente, que Julia Otero, Gemma Nierga o Pepa Bueno lleven un programa no es noticia ni ocurre porque sean mujeres. Es porque son ellas. Y ha cambiado muchísimo en cuanto a los medios. Cuando empecé no es que no existiera Internet ni los teléfonos móviles, es que no existían los ordenadores. Yo he empezado con una máquina de escribir y haciendo copias con papel carbón. Luego vinieron los ordenadores y más tarde la gran revolución que es Internet. La telefonía móvil, en el caso de la televisión, ha hecho que lo que antes era casi una proeza, emitir en directo desde un lugar, hoy puedes resolverlo con un teléfono móvil. 

¿Y en el día a día de una corresponsal internacional? 
La vida de los corresponsales está bastante en función del país en el que estés y de la relación con la redacción central. El público todavía tiene esa idea de que el corresponsal va por ahí explorando, encuentra noticias y se las descubre al público. La redacción central manda más de lo que el público se cree. Precisamente, por lo fácil que es acceder a la información, en las redacciones centrales se tiene tanta y a veces más información que el corresponsal sobre el terreno. Otra manera en la que han cambiado las cosas es el hecho de que la tecnología permite un ciclo de información de 24 horas. La pretensión ideal de una redacción central es que tú no duermas, ni comas, ni nada, porque como siempre hay una web que actualizar... Y también influye el país en el que te encuentres. Hay países donde el trabajo es más duro si eres mujer porque te encuentras con que no te ven como un igual.  

Por todo lo que ha visto o está viendo a nivel internacional. ¿Existe riesgo de retroceso en los derechos conquistados por las mujeres?  
Que se lo cuenten a las mujeres de Afganistán. Ellas fueron hacia atrás con los primeros talibán, en los años 90. Luego tuvieron un respiro, cuando la coalición internacional invadió Afganistán y echó a los talibán, y ahora han vuelto para atrás. Dijeron en septiembre de 2021 que iban a respetar a las mujeres y que no las iban a reprimir. Y ahora no se puede ni escuchar la voz de una mujer. Sí se puede ir para atrás y esa es una máxima que muchas insignes feministas han pronunciado y que la historia nos demuestra. Hablamos de Afganistán, que es el caso más trágico, porque prácticamente lleva al borrado de las mujeres, pero en la que sigue siendo la primera potencia del mundo, en Estados Unidos, hemos visto cómo las fuerzas conservadoras han conseguido que el derecho al aborto ya no tenga el amparo federal. De la noche a la mañana, una sentencia de un tribunal, un cambio de régimen... pueden hacer retroceder los derechos que habían conquistado las mujeres. 

"Me apasiona mi trabajo, pero ha dejado de ser lo más importante de mi vida"

Esta semana se cumplen cinco años del inicio de la pandemia, que le llegó tras una depresión y supuso un momento de catarsis, ¿no?  
Mi marido fue de los primeros en caer. El mismo 14 de marzo, según Pedro Sánchez, el presidente del Gobierno, anunciaba el estado de alarma, mi marido se ponía  a 39 y medio de fiebre y perdía el apetito. Al ser de los primeros en enfermar, evidentemente, primero estuvo mal diagnosticado y luego fue uno de los más graves, cuando no se sabía cómo tratar.  Estuvo muy mal, estuvo a punto de morir y yo pasé el confinamiento sola en casa. Esos dos fenómenos, y tal vez porque me pilló ya con 56 años, el principal cambio y la principal catarsis es que cambiaron mis prioridades en la vida profundamente. A mí me apasiona mi trabajo, me lo tomo muy en serio, pero ha dejado de ser lo más importante de mi vida. A partir de ese momento, también me cambió el carácter. Yo era una mujer muy vehemente, que me ensalzaba en discusiones con mucha facilidad, y ahora me cuesta más fundamentalmente porque he cambiado las prioridades  y digo: No vale la pena.

A partir de ese momento, ha contado en alguna entrevista que ha vuelto a disfrutar del mar y de la escritura, por ejemplo.
Entrando ya más en el terreno personal, a mí la pandemia y el confinamiento me pillaron recuperándome de una depresión muy grave. Cuando empezaba a levantar cabeza, llegó el mazazo. Entonces volví a escribir, que era algo que de niña me gustaba mucho porque, aunque no lo parezca, de niña era muy tímida y me refugiaba en la escritura. Supongo que de alguna manera me tenía que expresar, y como no hablaba y apenas tenía amistades me refugiaba en la escritura. En la depresión te vuelves a encerrar en ti misma. Pasé por un periodo grave de fobia social, no quería ver a nadie, no quería relacionarme con nadie. Recuperé la escritura y me hizo bien.  

"Los periodistas veteranos somos doblemente incómodos para las empresas"

Ha cumplido 61 años y es referente del periodismo internacional con una trayectoria cargada de experiencias y premios. Hoy en día ¿se valora el talento senior o hay un problema de edadismo? 
Me sigue ruborizando un poco eso... Pero sí, también hay edadismo y economicismo. Estamos en un momento en que los medios de comunicación pasan por una doble crisis. Una es una crisis económica tremenda. Y también hay una crisis existencial de modelo, porque Internet lo ha cambiado todo. Sabemos que estamos en un periodo de transición. Lo que no sabemos es hacia qué. Sabemos que no podemos seguir haciendo el periodismo como hasta ahora, pero no sabemos muy bien cuál es el camino. En ese contexto, los veteranos a menudo resultamos doblemente incómodos en las empresas, por una parte, porque somos muy caros, hemos acumulado antigüedad y nos suelen pagar más que a una persona de 25 o de 30 años que acaban de contratar. Además, hay mucha competencia y la espada de Damocles, eso de que "si no te gusta te vas a la calle y ya encontraré a otro", está sobre cualquier persona que contraten hoy en día. Y, por otra, la renovación generacional. Lo habitual ahora es que quienes tienen mi edad tengamos jefes más jóvenes. Y pueden pasar dos cosas; que te valoren mucho, o que te aparten, no vaya a ser que les discutas o porque consideran que tus criterios están mal.

¿Cómo ve el futuro de las nuevas generaciones en el periodismo?
Consciente de la situación del crisis del periodismo, y de la precariedad laboral que existe, les digo: Si no lo tenéis claro, si dudáis entre periodismo y otra cosa iros a la otra cosa, porque esto va a ser un camino duro. En cuanto a las mujeres, la buena noticia es que veo, por mis compañeras más jóvenes, que tienen que renunciar menos de lo que renunciaron las de mi generación y las que nos precedieron. Antes era muy difícil hacer periodismo internacional y tener una familia. Ahora hay mujeres más jóvenes capaces de compaginar el trabajo de enviado especial con una familia, porque tienen una pareja al lado que es un igual. Seguid por ahí. Simplemente les diría que se lo tomen muy en serio, pero que no lo conviertan en lo más importante de sus vidas.

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