Dean Spielmann
No, no nos quieren. No tenemos amigos en esta Europa gobernada por burócratas estirados y vestidos de negro o de lagarterana que tanto da. No. Se les nota un cierto rencor y antipatía no exentos de unas gotas de supremacismo que les es muy difícil de disimular. No sé, ciertamente, la causa de este desprecio que demuestran hacia todo lo español. A lo mejor se debe a Felipe II o al gran Duque de Alba que los metió en cintura. O quizá la culpa fuera de Don Juan de Austria. O también de Farnesio, Spínola o Carrión que le zurraron la badana a Guillermo de Orange y a Mauricio de Nassau. Y qué decir de don Álvaro de Bazán, el gran marino español que jamás fue derrotado. No sé, pero alguna culpa hemos de tener los españoles en este mal querer que nos demuestran en esas tierras frías y aburridas del norte. También puede ser que tenga algo de responsabilidad el Real Madrid y sus 15 Copas de Europa. Puede ser. El hecho es que hace un par de días un jurista luxemburgués, un tal Spielmann, que es el abogado general del Tribunal de Justicia de esta Europa negra zaina, ha justificado la Ley de Amnistía que Pedro Sánchez aprobó a cambio de que le hicieran presidente del gobierno. Esta compra tan evidente que conocen todos los españoles, la ignora, negro sobre blanco, este tal Spielmann que le acaba de hacer un favor a los euroescépticos y cuyo dictamen desprende un tufillo sospechoso de sectarismo y mala fe. Una canallada jurídica de abogado huero de sentido común que, aunque no es vinculante para el tribunal, es una patada en los cojones a los españoles de bien que vieron por televisión como se daba un golpe de Estado en la cuarta economía europea. Y es ya la segunda coz que nos da. La primera fue cuando tumbó, siendo presidente del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, la "doctrina Parot" avalada por nuestro Tribunal Supremo que impedía que los etarras pudieran salir de la cárcel antes de tiempo por los beneficios penitenciarios. Gracias al tal Spielman una terrorista con una condena de 3.828 años de prisión por 24 asesinatos, salió del trullo cumpliendo 26 años, así como otros sesenta terroristas más. Un fenómeno este luxemburgués educado en Bélgica. En Bélgica también hubo un fiscal, un tal Jean- Marc Meilleur que se ocupaba de la fuga de Puigdemont y que solicito a la Audiencia Nacional información sobre la situación de las cárceles españolas. El tal Meilleur, un memo de tomo y lomo, pidió información sobre el tamaño de la celda en la que ingresaría el golpista, si se le ofrecería comida "suficiente" y de "calidad", y si podría sufrir violencia en la cárcel, poniendo en duda el sistema judicial español. En fin, que no nos quieren por allí arriba. Y es que para muchos de estos hombres de negro África empieza en los Pirineos. Y son tan zoquetes y estirados que no se dan cuenta de que donde realmente comienza es en Molenbeek, en su terruño, en pleno Bruselas. Así que señor Spielmann, ¡cuelgue la toga! Y comprese una batea.