Como mínimo una caverna

Existe una diferencia notable entre lo que sabemos y lo que creemos. Y luego viene lo que vivimos, que suele ser lo peor. Sabemos que tenemos derecho a una vivienda; creemos que ese derecho se hará realidad: vivimos en un mundo ilusorio en el que todo lo anterior es una mentira cochina. 

Por desarrollar el asunto, a día de hoy muy pocas personas tienen acceso a una vivienda, ya no digo digna, pongamos indigna. Hace miles de años los ancestros de usted y los míos ocupaban una caverna con calefacción a base de hogueras en invierno y frescas en verano apagando las hogueras o encendiéndolas en el exterior para cocinar. Nadie pagaba un céntimo. Bastaba con pertenecer a un clan y participar de las labores de la comunidad. 

Hoy, una persona de 30 años, que en otras épocas agotaba a esa edad su esperanza de vida, ya quisiera tener un lugar en esa caverna, o un hueco en un castro galego. Lo que verán él y las gentes de su generación es la próxima explosión de la burbuja inmobiliaria que se nos viene, hágame caso y apunte la fecha de hoy. 

No aprendemos. La venta de viviendas se dispara, pero la mayoría de compradores no son quienes quieren vivir en ellas, sino especuladores que quieren vender o alquilar. Yo lo prohibiría. Si quiere usted una casa para vivir, bien, si es para alquilar por tener una renta, bueno, vamos a ver: si quiere ser un megapropietario especulador, vale, pero lo vamos a crujir a impuestos o vamos a topar el precio del alquiler y lo haremos de tal manera que acabará usted viviendo en una caverna.

Bueno, a lo que vamos. Estamos otra vez inflando la burbuja inmobiliaria. No existe negocio que genere unos beneficios de un 12 o 15% anual que no acabe estoupando al cabo de unos pocos años, máxime cuando los bancos que financian esa estupidez pagan unos intereses del 2% a quien deposita ahí su dinero. Esto estalla en un año o dos, lo que yo le diga. Ya lo hemos visto. 

No compre usted un piso salvo que tenga el dinero para pagarlo de golpe. Hágame caso: la última vez muchos constructores quedaron en la indigencia y un montón de compradores fueron embargados cuando los llamaron del banco para decirles que sus viviendas ya no valían ni la mitad de lo que habían pagado por ellas. No se hipoteque para comprar una vivienda que en dos años no valdrá más que una pequeña porción de lo que le han prestado. Es una estafa, legal, escriturada, perfectamente registrada, pero estafa a fin de cuentas. 

Se ve venir. No existe piso 6º-F en el número 25 de la calle Paco Flórez que genere beneficios de decenas de miles al año. Es una estafa y usted muy libre de caer en ella, pero cuando le llegue la carta de embargo no se haga la sorprendida. Si eso, ahorre y espere, que cuando estalle la burbuja, que estallará ora vez, podrá comprar o alquilar la misma vivienda u otra similar a un precio razonable. 

Y mientras eso ocurre, exija usted a las autoridades municipales, provinciales autonómicas y estatales, que hagan políticas para promover la vivienda social, que eso es lo que interesa, que los responsables de los asuntos públicos nos saquen de en medio a los especuladores y nos provean de nuestro derecho a vivir bajo un techo decente, tal como nuestros ancestros disponían de una caverna, que era todo a lo que podían aspirar, y si lo hacen, que Dios los tenga en su gloria. Y si no lo hacen, malditos sean por no ser capaces de darnos lo más elemental que necesita un terrícola: una vivienda decente.