En este rincón del sur de Pontevedra crece una fruta única y es uno de los sitios donde mejor se come de Galicia
Una localidad en el extremo sur de la provincia de Pontevedra se ha convertido en uno de los destinos gastronómicos más singulares de Galicia gracias a una propuesta culinaria que combina tradición, producto de kilómetro cero y una identidad única en el mapa gallego.
Este municipio, situado en el Baixo Miño, ha sido reconocido recientemente por National Geographic como uno de los ocho pueblos pontevedreses donde mejor se come, confirmando lo que los locales llevan tiempo defendiendo: aquí la gastronomía es parte inseparable del paisaje y la cultura.
Hablamos de O Rosal, un concello que se abre entre los viñedos y el Atlántico, donde la fruta más inesperada, los grelos más celebrados y la cocina marinera conviven en perfecta armonía. Un rincón que se ha consolidado como referencia no solo por lo que ofrece en la mesa, sino también por el vínculo emocional que logra con quien lo visita.
El mirabel: la joya gastronómica del verano en O Rosal
Si hay un producto que ha dado fama a O Rosal en el mapa foodie de Galicia es, sin duda, el mirabel. Esta fruta pequeña y dorada, con un sabor que recuerda al albaricoque pero con textura de ciruela, llegó a principios del siglo XX de la mano de un profesor de botánica. Hoy, se ha convertido en un símbolo del municipio y en un producto de temporada muy esperado.
Su cosecha es breve, concentrada en los meses estivales, lo que multiplica su valor. Además de degustarse fresco, el mirabel protagoniza confituras, mermeladas y hasta elaboraciones gourmet que sorprenden a quienes visitan la zona en verano. Una fruta que no solo es gastronomía, sino también identidad local.
Grelos, vinos y cocina de proximidad
La despensa de O Rosal no se limita al mirabel. Sus fértiles tierras son responsables de algunos de los mejores grelos de Galicia, ingrediente indispensable en el caldo gallego y en cocidos que se sirven en casas de comidas y restaurantes de la zona.
Además, el municipio forma parte de la Denominación de Origen Rías Baixas, aportando vinos blancos frescos y atlánticos, perfectos para maridar con pescados y mariscos. Entre los más conocidos, destacan los albariños que llevan el nombre de O Rosal por todo el mundo, acompañados de producciones más recientes de tintos atlánticos que aportan diversidad a la carta.
La gastronomía local se apoya en esta riqueza natural, con restaurantes que apuestan tanto por la cocina tradicional como por reinterpretaciones modernas que elevan el producto sin perder su esencia.
¿Qué se puede comer en O Rosal además del mirabel?
Más allá de la joya estival, el visitante puede disfrutar de pescados frescos del Atlántico, carnes de la zona, quesos artesanos y una amplia variedad de verduras de temporada. El caldo gallego con grelos en invierno, las sardinas asadas en verano o las empanadas de zamburiñas son solo algunos ejemplos de la diversidad de platos que ofrece este rincón pontevedrés.
¿Cómo llegar a O Rosal y cuál es la mejor época para visitarlo?
Llegar a O Rosal es sencillo. Desde Vigo, el trayecto en coche no supera los 45 minutos, siguiendo la carretera hacia A Guarda y bordeando el Miño. También es posible acceder desde Portugal a través del puente internacional de Caminha, lo que convierte a este municipio en un punto estratégico de encuentro transfronterizo.
En cuanto a la mejor época para visitarlo, el verano es la estación estrella gracias a la temporada del mirabel y a la intensa actividad cultural y festiva de la zona. No obstante, el invierno también merece una visita: los grelos alcanzan su plenitud y la cocina de cuchara se convierte en el mejor aliado contra el frío atlántico.
O Rosal, un destino que trasciende la mesa
National Geographic lo ha dejado claro: O Rosal es uno de los pueblos donde mejor se come en Pontevedra. Pero más allá de su riqueza gastronómica, este rincón sorprende por sus paisajes de viñedos que descienden hacia el Miño, sus molinos tradicionales y la hospitalidad de sus gentes.
Un destino que invita a descubrir cómo tradición y modernidad pueden convivir en un mismo plato, ofreciendo al visitante una experiencia inolvidable en todos los sentidos.

